La alcantarilla
En el fútbol, como en la poesía, o en la ópera, también hay alcantarillas. La belleza transcurre plácidamente en el terreno de juego, una tarde fría y palpitante de domingo, incluso en el poema, mientras por debajo las fuerzas del movimiento hace girar la basura a través de un conducto cerrado. Como si fuese una calefacción. De vez en cuando, si la porquería se desplaza con mucha violencia, o simplemente la basura es de muy buena calidad, hierve y se produce una filtración. No suele pasar desapercibida. Huela mal. Se trata de esa clase de olor inmundo, notabilísimo, que, además, se ve, como si desprendiese señales de humo. Me pareció distinguirla el lunes, cuando en las instalaciones del Sánchez Pizjuan una salva de aplausos vitoreó al presidente del Sevilla, del que el Tribunal Supremo dice cosas muy feas y propone mandarlo a la cárcel. Leer más…
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