Allá en el centro del viejo continente, donde los picos más viejos se suavizan por la erosión y un frondoso manto verde en forma bosque impenetrable, se alza Eifel, la montaña hogar de la Meca del motor. Los pueblecitos aparecen a orillas de los numerosos río, escondidos entre valles interminables. La zona suena extraña incluso para los hablantes de alemán. De las casas medievales con vigas de madera luchando por mantener la estructura se escucha a veces un idioma incomprensible al oído del turista, el dialecto Franconio. Cercano a un pueblo de sólo unos cientos de habitantes, emerge el circuito de Nürburgring, el sueño del aficionado del motor.

En 1925 más de 3.000 trabajadores comenzaron las obras de un trazado que se dividía en dos secciones, la Nordschleife y la Südschleife. Dos circuitos de 28 y siete kilómetros y medio que tan pronto como se inauguró, en 1927, se ganó el apodo de Infierno Verde. El diseño de Otto Creutz se estrenaba con Grandes Premios de automovilismo y motociclismo. Su trazado más largo, el norte, fue utilizado regularmente en el calendario de GP’s y dada la enorme distancia, recordar cada curva del camino resultaba tremendamente complicado. Los pilotos que conseguían dominar el Infierno Verde se ganaron el apodo de “Ringmeister“, amo del circuito. Entre ellos vale la pena nombrar a Juan Manuel Fangio, Alberto Ascari o Jackie Stewart.

Pese a su éxito, Nürburgring salió del calendario habitual de eventos al no poder cumplir, dadas su características, con las cada vez más exigentes medidas de seguridad. La desgracia quiso además que fuera un casi-compatriota, Niki Lauda, quien en 1976 sufriera el accidente que terminaría con las celebraciones de Grandes Premios.

No fue hasta 1985 que la Formula 1 volvió a las montañas de Eifel. Sin embargo, esta vez el Infierno Verde ya no era tal y el nuevo circuito, adaptado a las estrictas normas de seguridad, se planeó parcialmente sobre las líneas del viejo Südschleife. Desde entonces, la Formula 1 y campeonatos como el de Superbikes han volado regularmente a Alemania.

¿Y el viejo Nordschleife? El trazado norte, el auténtico infierno, esa montaña rusa de sensaciones sobre asfalto ha continuado abierto a profesionales y aficionados. Distintas competiciones siguen compitiendo allí y miles de aficionados se dejan sus ahorros por unas vueltas en la pista. En la actualidad, se ha convertido en la pista de pruebas de toda marca que quiera exprimir su último deportivo aunque su viabilidad se ha visto amenazada en multitud de ocasiones por la suspensión de pagos de la empresa que lo administra, en delicada situación debido a las obras de renovación.

En 1001 Experiencias | Una vuelta al “infierno verde” de Nürburgring
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