Mallorca, la isla bonita
Nuestra privilegiada línea costera se ve completada con las islas del este y del sur. Enclaves que son una auténtica mina de oro a nivel turístico y verdaderas maravillas naturales. En esta ocasión te propongo recorrer conmigo Mallorca, la joya de la corona, donde mar y montaña se dan la mano en los confines de una isla cuyo interior es un vergel poco conocido.
La isla ofrece mil caras, según sus puntos cardinales. El sur, donde habitualmente habitan las hordas de turistas alemanes e ingleses intenta cambiar su imagen con nuevos hoteles y espacios de diseño. El norte, considerado zona noble, guarda rincones sorprendentes y ha visto la reciente apertura del exclusivo hotel Jumeirah Port Sóller. Al este, encontrarás calas vírgenes y una costa bañada de pinos. Y en el escarpado oeste se levanta la Tramuntana, sierra soberana que gobierna los designios meteorológicos de la isla.
Palma y el Borne
Palma es una de las capitales isleñas más hermosas. Su luz, su arquitectura y su rica tradición artística la convierten en un lugar muy especial. Buena prueba de la relevancia que tenía ya siglos atrás es su imponente catedral. Uno de los mejores exponentes del gótico español, faro espiritual y físico para todos los que llegaban a la isla desde el mar. En su interior, la nueva capilla de Barceló compite en protagonismo con su rosetón de mil colores, el más grande de Europa.
En esta ocasión centraré mi recorrido por el Borne, zona próxima a la seo y una de las más cool de la ciudad. Se levanta a ambos lados del arbolado Passeig des Born, protegido en su inicio por dos inquietantes esfinges. Tanto a su derecha como a su izquierda encontrarás pequeñas calles con locales recuperados donde proliferan nuevas marcas y diseñadores.
Entre mis favoritas se encuentra Kling, al inicio de la Carrer Constitució, un espacio tan rompedor como la cuidada selección de producto que tienen. Más adelante encontrarás Y3, de Yohji Yamamoto. Y, si continuas tu recorrido por esta zona, descubrirás espacios dedicados a la moda de hombre que merece la pena que descubras por ti solo.
Al otro lado del Paseo, encontrarás Carrer Sant Feliu, una recoleta calle empedrada con casas de marés (la piedra típica de la isla). Aquí los talleres, las boutiques y las galerías de arte se multiplican. Te recomiendo tres que son de parada obligada. La primera es Rialto Living, un multiespacio con cafetería, consagrado a la decoración y a la moda. Puedes pasar horas viendo todo lo que tienen. Justo en frente, la sucursal balear de la berlinesa galería Kewenig (en la imagen) inunda la calle a través de sus ventanales con obras de los artistas más actuales. Un poquito más adelante, gira a la derecha, por la calle, Sant Gaieta. Allí encontrarás Tribeca, un concept store con una fabulosa selección de creadores locales y Giorgiarei, una boutique dedicada a la creación de joyas en cristal. A partir de ahí recorre la zona siguiendo tu instinto, cada calle guarda algún tesoro.
Dos puertos, dos estilos
Fuera ya de Palma, una de las zonas más chic de la isla ha sido tradicionalmente Puerto Portals, bastión de la familia real y de un público selecto que visita la isla. Sus amarres son una sucesión de yates impresionantes, al igual que sus tiendas en tierra firme. A nivel de restauración tanto Flanigan como Tristán (con dos estrellas Michelin) son dos de los restaurantes más conocidos internacionalmente. Realmente el puerto merece una visita. Cobra vida al caer el sol y es un espectáculo ver como ellas y ellos rivalizan en moreno, sofisticación y prendas con precios de cuatro dígitos.
Hasta hace poco, Portals reinaba en solitario, pero le ha salido un duro rival: Port Adriano). Esta nueva marina, firmada por el gurú Philippe Starck, ha roto moldes en la isla. Frente al estilo señorial de Portals, Port Adriano es una apuesta por el state-of-the-art. Sus instalaciones high tech, las tiendas super trendy y los restaurantes de diseño atraen a un público más joven. No te lo pierdas en fin de semana.
Playas únicas
Los lugareños dicen que no hay mejor playa en la isla que la que tú descubres navegando. Por eso, una estupenda opción para disfrutar de Mallorca es alquilar un velero (con o sin tripulación) y durante una semana recorrerla desde el mar. Hayarás miles de calas secretas y rincones vírgenes… Pero, si no tienes mucho tiempo para este planazo, te recomiendo tres playas que me gustan mucho, muy diferentes y de fácil acceso.
La primera: Es Trenc, a unos 40 km de Palma. Precedida por una espectacular zona de salinas, es una playa que poco tiene que envidiar a las más bellas del Caribe. Su fina arena blanca y sus aguas, que van del turquesa al índigo, son realmente espectaculares. Si te gusta el naturismo, podrás practicarlo en buena parte de la playa. El ambiente es de lo más relajado.
Al norte de la isla, encontrarás Formentor. Una pequeña bahía en un enclave privilegiado donde los pinos llegan hasta la orilla. Aquí el agua es más verdosa, yendo del aguamarina al menta. Ha sido inmortalizada por fotógrafos ilustres y cineastas en búsqueda de localizaciones únicas.
Y por último, destacaría la playa virgen de Son Serra. Un lugar poco conocido pero que guarda casi intacta la esencia de la isla y que tiene cierto parecido con las playas de los Hamptons. Aquí el mar se vuelve oscuro y bravo, bañando una orilla abrupta a cuyas espaldas encontrarás unas preciosas marismas que son espacio protegido.
Jumeirah Port Sóller, lujo cercano
Y para alojarte en la isla no puedo recomendarte otro lugar que el flamante Jumeirah Port Sóller. Se trata del primer vástago de la prolífera familia Jumeirah que abre en nuestro país y de los pocos que hay en Europa. Pero, la sombra del Burj al Arab (su hermano mayor) es alargada… Como también lo es el resplandor de sus siete estrellas. Tanto que, a veces, los hoteles del grupo tienen que rivalizar con la idea preconcebida de ser lugares inaccesibles. Y nada más lejos de la realidad. Aquí, desde el personal hasta las instalaciones están pensadas para que el lujo sea disfrutado en primera persona, con un trato cercano y amable, desde que haces el check-in en su maravillosa terraza sobre el mar, con un zumo de naranjas de Sóller en la mano.
Mix de culturas
Este Jumeirah se mueve entre dos aguas… Las del Mediterráneo que le bañan y las del Golfo pérsico, donde fue concebido. Pero lejos de ser un calco de otras propiedades del grupo se ha apostado por crear un estilo propio, que une las culturas de origen con la del destino en el que se encuentra. Aquí se respira Mallorca y Sóller por los cuatro costados. De los aromas del spa hasta los platos del restaurante. Un mix cultural muy acertado.
Pocas habitaciones, mucho espacio
Con solo 120 habitaciones, podríamos decir que estamos en un boutique hotel, pero la amplia extensión de la propiedad, más de 1km de punta a punta, lo convierten en un hotel realmente grande. Comunicados por pasadizos maravillosamente ajardinados, varios edificios alojan sus amplias habitaciones. Las hay con vistas al mar y otras a la montaña, todas con baños espectaculares y camas XL de las que no querrás levantarte nunca. Si puedes, reserva la 304. Tanto desde la cama, como desde su bañera, tendrás las mejores vistas del mundo.
Nadando en las nubes
De las tres piscinas que tiene el hotel, la que más me gusta es la Infinity Pool. Más tranquila que la familiar y completamente volcada sobre el mar. Debido a la altura en la que se encuentra el hotel cuando llegas al final de la piscina (cuyo color emula al de la playa de Es Trenc) solo verás cielo y mar. Y, debajo de ti, las gaviotas volando. Es una sensación increíble sentir que nadas por encima de los pájaros.
Al caer la tarde, puedes poner rumbo a la piscina del spa, exterior y climatizada, con vistas a la Tramuntana. Dentro del Talise Spa te espera un circuito de sauna y baños de vapor y sal. Si vas en pareja, podrás reservar una sala de tratamientos para los dos. Inolvidable…
Cap Roig: rico, rico
Y, tras un duro día de piscina, spa y vistas infinitas, nada mejor como ver la puesta de sol mientras cenas. Entre los diferentes restaurantes del hotel, para la noche te aconsejo Cap Roig, su espacio gourmet donde podrás degustar una corta pero interesante carta. Mis platos favoritos: el carpaccio de gambas de Sóller, el foie y el solomillo. Antes del postre el sol habrá desaparecido y el hotel resplandecerá iluminado por velas y luces de led. Ya sólo te espera dormir con el sonido del mar de fondo y despertar para comenzar otro día de ensueño…
Mis tips personales
Restaurante del Brondo Arquitect Hotel. El sitio de moda para comer o cenar. Su peculiar decoración de estilo decadente con piezas de artistas locales no deja indiferente a nadie. Y tras el postre podrás tomarte una copa en su terraza interior.
S´alon. Es el lugar perfecto para un cambio de look mientras disfrutas de tus vacaciones. En este pequeña peluquería su dueña, Mavi, hace maravillas con un peine y unas tijeras. Tu cabeza no puede estar en mejores manos. C/Vidriería, 8.
Patrón lunares. Una de las direcciones secretas mejor guardadas por la bohemia local. Una cantina con sabor retro, decorada con un gusto exquisito, y frecuentada por lo más granado de la isla.
Mhares. Un fabuloso sea club que recoge el testigo del que en su día fue pionero en la isla, Puro Beach. Sencillo y acogedor cuenta con piscina, chill out y restaurantes sobre el mar. ¡Y los martes, hacen sesión de cine!
Es Baluard. Una fortificación reconvertida en museo. Aquí podrás encontrar las exposiciones más relevantes de arte contemporáneo que se celebran en la isla. Sus bastiones frente al mar protegen celosamente una estupenda colección permanente.
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