Los 20 libros que debes leer antes de cumplir los 35 (y II)
Seguimos explorando qué libros deberías haber leído si tienes menos de 35 años. Como os dije, es una lista muy personal, tratando de huir de los clásicos más intocables. Una fiesta literaria que, os garantizo, al menos nunca olvidaréis.
Vamos allá.
‘El fin de la fe’, de Sam Harris
Hace un tiempo hubo una moda bastante intensa que consistió en publicar libros que no solo cuestionaran todas las religiones del mundo o los basamentos de la fe en lo irracional, sino que incluso señalaban que la fe no es respetable, que el agnosticismo no es más que ignorancia o miedo a pronunciarse, que ha llegado la hora de plantar cara e imponer una era de razón y pruebas empíricas, y que si alguien considera que debe continuar con sus pequeños cultos, que lo haga en privado. Probablemente el mejor libro de aquella oleada fue El fin de la fe, del neurocientífico Sam Harris. No es necesario que leáis la obra entera. Sólo 30 páginas son suficientes para que yo admita que Harris construye una argumentación que está entre lo mejor que he leído en mucho tiempo sobre este tema. No apto para mentes hipersensibles.
‘Sin noticias de Gurb’, de Eduardo Mendoza
Un extraterrestre que, para pasearse por la Barcelona más quinqui y carpetovetónica, decide camuflarse bajo el aspecto de Marta Sánchez. ¿Qué más se puede pedir en esta obra de ciencia ficción dedicada al despiporre? Es una obra que en muchos institutos se ha recomendado su lectura, pero si aún no lo has hecho, entonces tienes la obligación moral de leer la que posiblemente sea la más hilarante obra del escritor Eduardo Mendoza. Una hilaridad, por cierto, no exenta de una ácida crítica a las facetas más oscuras de la ciudad condal. En mi caso, la gente me miraba raro cuando leía este libro en el metro: de repente estallaba en carcajadas como si fuera un orate.
‘La naranja mecánica’, de Anthony Burgess
A pesar de que la película ha envejecido mal, esta obra fue adaptada por Stanley Kubrick. Sólo por eso deberías leerla. Por eso y porque estamos ante una de las grandes distopías de la literatura, jalonada de hiperviolencia gratuita y vasos de leche. Publicada en 1962, la obra también presenta muchos neologismos que tal vez deberíamos a nuestra jerga diaria. ¿Qué os parece, drugos?
‘El palacio de la luna’, de Paul Auster
A pesar de que a muchos les parece meliflua, para mí El palacio de la Luna es una de las obras más absorbentes del prolífico (y un tanto repetitivo, reconozcámoslo) Paul Auster. A pesar de que aquí no hay magia ni geografías fantásticas, tras leer esta obra probablemente os sentiréis transportados a otro lugar donde las coordenadas y las abscisas de la realidad han sido trastocadas. Aquí, pues, encontramos los mimbres distintivos que tejen los argumentos de Auster: azar, realismo mágico, minuciosidad psicológica. A pesar de la utilización de algunos elementos “postmodernos” resulta difícil encuadrar a Paul Auster dentro de un movimiento concreto.
‘El señor de las moscas’, de William Golding
Publicada en 1954, fue la primera novela de Golding, y una de las más redondas de la literatura universal para retratar lo de que el hombre es un lobo para el hombre, que la educación y los valores están muy bien cuando vivimos en un entorno favorable, pero que nuestra parte más primitiva aflora en cuanto el contexto cambia. Sobre todo si estamos hablando de niños y adolescentes. ¿Quién no ha podido comprobar que los colegios son algo así como junglas darwinianas? Aquí los niños y los adolescentes acaban perdidos en una isla, y deben formar entre todos una nueva estructura social, nuevas normas, nuevos valores. Enseguida quedará a la vista las más bajas pasiones de algunos de ellos, poniendo de manifiesto que convivir, sin que vele por nosotros alguna instancia superior, resulta francamente difícil. Y mortal.
El viejo y el mar, de Ernest Hemingway
Un relato de supervivencia, de soledad, siempre narrado con la solvencia de Hemingway, capaz de contar lo más profundo con la prosa más lisa, demostrando una vez más el poder que tiene la palabra sin necesidad de artificios. Nos adentramos en la aventura del viejo, que, tras 84 días sin lograr pescar nada, se adentra solo en el mar y finalmente encuentra un pez enorme, que solucionaría todos sus problemas, y que le devolvería la gloria de sus tiempos pasados. Una obra vibrante, de fácil lectora, corta, pero que deja un poso indeleble, como una mancha de café en el alma.
‘Lolita’, de Vladimir Nabokov
Un libro prohibido en muchos países que, aún hoy, no está exento de polémica. Sólo por ello, ya deberíamos leerlo, porque el lector audaz siempre aspira a leer lo que los demás no le dejan leer. No en vano, Nabokov plantea una historia de amor con sustrato pederasta. Aunque tal vez esa sea la visión superficial de la historia. Si profundizamos, descubriremos muchos más matices, como el hipnotismo de la belleza, el miedo a envejecer, la inseguridad frente a la espontaneidad y un largo etcétera.
‘Yo, robot’, de Isaac Asimov
Asimov fue uno de los escritores más prolíficos de la historia. Apenas corregía, escribía a vuelapluma, durante muchas horas del día, sobre toda clase de temas. Sin embargo, Yo, robot, por sus potentes ideas vertidas, parece haber sido cincelado en mármol. Novela de ciencia ficción por antonomasia acerca de lo que significa ser robot en relación al ser humano (¿para cuándo la adaptación cinematográfica), la obra es una colección de relatos en los que se establecen y plantean los problemas de las tres leyes de la robótica.
‘A sangre fría’, de Truman Capote
¿Se pueden llegar a comprender las motivaciones del mal? ¿Las razones de un asesino? ¿Las constelaciones neuronales de un psicópata? Truman Capote lo intenta, y consigue seducirnos. Por muy execrable que sea el crimen de sus protagonistas, Capote nos demuestra que, desde la barrera, es muy fácil emitir juicios morales. Pero si te enfangas hasta las corvas, si realmente corriges la miopía empática de la que todos adolecemos, entonces las cosas no son tan sencillas. Y lo malo y lo bueno se convierten en términos porosos y ambivalentes. Y las cadenas causales los verdaderos responsables del ser humano, títeres frente al destino.
Misery, Stephen King
Con razón hay una adaptación cinematográfica sublime, así como decenas de adaptaciones teatrales de una de las mejores novelas del maestro del terror, Stephen King. Se abordan aquí las obsesiones de una fan de un escritor, así como la circunstancia de que ese escritor se vea obligado a permanecer durante días, semanas y meses en el domicilio de la fan. Una fan pirada, loquísima, llena de melindres, que no sólo obligará al escritor a reescribir su última novela, sino que recibirá toda clase de perrerías para que la idea de escapar ni siquiera se alumbre en la parte más remota de su cerebro. Un obra para leer de principio a fin sin descanso, con el aliento congelado, con algunos tramos tan explícitos y terribles que ni siquiera la película dirigida por Rob Reiner se atrevió a presentar (sustituyendo una amputación con posterior cauterización, todo casquería, por una simple rotura de huesos, por ejemplo). Si nunca has leído a King, ésta es tu novela.
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