Las 20 películas que hay que ver antes de cumplir los 35 (I)
A los 35 años la vida ya debería habernos enseñado, con su muy típica forma de hacerlo, a base de hostias, algunas cosas. Culturalmente hablando uno ya debería tener cierto bagaje, y aunque está claro que no veremos antes de morir todas las películas que tenemos que ver, ni leeremos todos los libros que hay que leer, ni escuchar toda la música que tenemos que escuchar, sí podemos contribuir a ello con una lista de 20 títulos de los denominados imprescindibles.
‘Sed de mal’
De uno de los grandes creadores del séptimo arte, Orson Welles, suele elegirse ‘Ciudadano Kane’ (‘Citizen Kane’, 1941) como una de las mejores películas de todos los tiempos —en algunas listas figura como la mejor—, pero siempre me ha parecido más intensa ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, 1958). Cumbre del cine negro con el plano secuencia más famoso de la historia, aquel que marca el ritmo del film en su inicio, el cual no decae ya hasta el final. Impresionante galería de personajes, con una Janet Leigh antes de meterse en la ducha de Hitchcock y un Welles actor en estado de gracia y en cuyo rol reposa la ambivalencia más sutil.
‘Amanecer’
Denominada en su día como la obra maestra del especialista en obras maestras, el imprescindible F.W. Murnau, ‘Amanecer’ (‘Sunrise’, 1927) es una de las grandes obras maestras del cine mudo, el cual empezaba a dar paso al sonoro gracias al estreno de ‘El cantor de jazz’ (‘The Jazz Singer’, Alan Crosland, 1927). Un triángulo amoroso con toques de thriller en el que la pericia técnica de Murnau y su cámara dejaría boquiabiertos a tantos supuestos maestros de la puesta en escena de hoy día. Bella como pocas, lírica y arriesgada se llevó el primer Oscar importante de la historia, el de mejor calidad artística —premio que hoy no existe—, dejando que el de mejor película fuese a parar a manos de la grandiosa ‘Alas’ (‘Wings’, William A. Wellmann, 1927).
‘Apocalypse Now’
Probablemente la cinta bélica más importante de la historia, aunque suene exagerado. Un ejercicio cinematográfico de primer orden que casi arruina a Francis Ford Coppola, quien no pudo contar con Clint Eastwood para que la interpretase —el famoso actor juró no volver a participar en una superproducción de largo rodaje después de la experiencia sufrida en ‘Los violentos de Kelly’ (‘Kelly´s Heroes’, Brian G. Hutton, 1970)—. Un viaje hacia la misma locura de la guerra con secuencias tan conseguidas como el ataque de los helicópteros al ritmo de Wagner, o toda la parte en la que hace acto de presencia un inmenso, en todos los sentidos, Marlon Brando. El mejor papel de Martin Sheen de lejos.
‘Dejad paso al mañana’
El tema de la vejez, algo por lo que inevitablemente pasaremos todos, el preámbulo a la segura muerte, tratado con la extrema sensibilidad de Leo McCarey, uno de los grandes narradores del cine clásico. La historia de una pareja deshauciada que tras 50 años juntos deben separarse posee momentos de una emoción tan intensa que a veces es insoportable aguantar su visionado de lo doloroso que resulta. Real como la vida misma, supone un trabajo totalmente arriesgado para la época, sin ningún tipo de concesión hacia el espectador. Un golpe del que es difícil sobreponerse y con uno de los finales más terribles de la historia, seco y contundente.
‘Érase una vez en América’
La obra cumbre de Sergio Leone, un retrato sobre la America de los años 30 a través de una historia sobre gangsters realizada con una estructura narrativa de saltos en el tiempo copiada hasta la saciedad —sobre todo por Tarantino en su olvidable ‘Pulp Fiction’ (id, 1994)— y alcanzando la perfección en todos sus puntos. Un trabajo actoral de primera con Robert De Niro y James Woods a la cabeza, mientras la banda sonora de Ennio Morriconne hurga en nuestras emociones y Leone se despedía del cine —moriría de un infarto unos años después— con una fábula sobre el paso del tiempo y sus consecuencias. Pronto podremos ver un montaje de 40 minutos más a las 3 horas y media ya existentes.
‘Duelo al sol’
En las listas de films imprescindibles no puede faltar un western, el género cinematográfico por excelencia, y entre los muchos importantes que hay ‘Duelo al sol’ (‘Duel in the Sun’, King Vidor, 1946) supone uno de los más grandes, en el sentido literal del término. Planteada por su productor, David O. Selznick, como un intento de repetir el éxito de ‘Lo que el viento se llevó’ (‘Gone With the Wind’, Victor Fleming, 1939) lo cierto es que el trabajo de Vidor no tiene nada que envidiar al mencionado, superándola en algunos aspectos. Papel extraño donde los haya para Gregory Peck y con una Jennifer Jones en estado de gracia, algo raro de ver en esta mediocre actriz. Inmensos Lionel Barrymore y Lillian Gish, y un conseguido clímax final que remata con el beso más deseado de todos cuantos se han dado en una pantalla.
‘Inteligencia Artificial’
La obra más arriesgada de Steven Spielberg y también la más incomprendida. Muchos hablan de blandenguería en su parte final y de extraterrestres, no habiendo ninguna de las dos cosas. Ideada por Stanley Kubrick y planeada por él y Spielberg durante años y años de conversaciones telefónicas, ‘A.I.’ supone una de las cimas del cine de ciencia ficción con un relato angustioso sobre la búsqueda de la identidad, además de suponer un relato cruel sobre el amor hacia una madre. De aquella el pequeño Haley Joel Osment era capaz de dar clases de interpretación a actores mucho más veteranos que él. Spielberg nunca fue tan duro.
‘Senderos de gloria’
Para el que suscribe la mejor obra de Stanley Kubrick, un relato antimilitarista que tardó la friolera de 28 años en estrenarse en nuestro país, gracias a esa operación de terrorismo llamada censura. El escarmiento al ejército francés durante la I Guerra Mundial al tener que elegir entre soldados al azar para fusilarlos por cobardía, alcanza momentos de una dureza extrema. Kubrick no sólo muestra una crudeza única en las escenas bélicas, sino también en las situaciones y en la descripción de alguno de los personajes, sobre todo altos mandatarios del ejército, auténticos centros de diana para los dardos del director. Su discurso no deja indiferente a nadie.
‘La huella’
La obra póstuma de Joseph L. Mankiewicz es un tour de force de más de dos horas de dos actores de la talla de Laurence Olivier y Michael Caine. Guión milimétrico donde los haya para un relato de suspense en el que se establece un diabólico juego del gato y el ratón entre dos hombres, sin saber en ningún momento quién es el cazador y quién el perseguido. Como era costumbre en un film de Mankiewicz, los diálogos son magníficos. Hace poco se estrenó un remake dirigido por Kenneth Branagh de resultados inferiores pero harto interesante.
‘Orfeo’
Un poeta enamorado de la muerte. La muerte enamorada del poeta. Una premisa de lo más fascinante para uno de los films con mayor carga onírica que se han visto, obra y gracia de Jean Cocteau, quien deja con la boca abierta por su elaborada puesta en escena, para marcar las diferencias entre el mundo irreal y el verdadero, y sobre todo su tránsito entre ellos. La comunión perfecta entre literatura y cine. La coruñesa María Casares da vida a la muerte, que en un ingenioso detalle de guión no es más que una emisaria dentro del mundo del que procede. Inolvidable.
En 1001 Experiencias | Cinco forajidos de leyenda
En 1001 Experiencias | Fascinación por el mal: Kevin Spacey en ‘Sospechosos habituales’
COMENTARIOS
4