Entrevista a Fabián C. Barrio, una vuelta al mundo en un verano de 730 días
Hoy descubrimos la historia de un soñador que un día, cansado de su vida, decidió tomar la tangente y dar giro a su rutina. Él es Fabián C.Barrio, un hombre que se encuentra actualmente en Sudáfrica completando una vuelta al mundo en solitario que le tomará dos años completos, consiguiendo disfrutar un verano de 730 días y habiendo vivido mucho más que de lo que habría imaginado.
Lo hace posible su fiel compañera, Fefa, una moto de la que ya poco queda original y de la que se ha negado a nombrar la marca o el modelo – aunque será fácilmente distinguible por los más moteros – al no contar con ningún apoyo o soporte por su parte. Además, al no estar recibiendo el mejor de los tratos en su travesía mundial consideramos conveniente respetar su decisión y no hacer publicidad gratuita. Sin embargo, considerando los caminos por los que ha pasado se podría decir que Fefa está poniendo todo de su parte para hacer realidad su sueño. Muchos estaréis pensando ahora mismo en el desembolso económico que al que se tendrá que ver obligado pero desde este momento os adelanto que se trata más de una cuestión de prioridades que tener una cuenta bancaria con tantos ceros como letras tiene tu nombre.
Y es que Fabián era un hombre más, anclado en una rutina aburrida que hacía de cada día una fotocopia del anterior. Lo tenía todo. Administraba una empresa de servicios de internet que le daba un buen puñado de billetes a fin de mes pero apenas podía salir por estar pendiente de que todo funcionara correctamente. Con esa sensación de vacío se marcó una fecha, una fecha realista en la que comenzar un nuevo sueño, una fecha para comenzar a vivir. Dejó su casa, sus vehículos y ahorró la suma necesaria para hacerlo realidad. ¿Qué cuanto hace falta? Él, el Capitán Utopia, se gastará aproximadamente unos 70.000 euros, una cifra que en ningún momento le ha molestado comentar pero que asegura que puede verse reducida si viajas con “menos lujos”.
Pero este tipo de acciones no son nada si no se dan a conocer. Por ello quiso desarrollar una web en la que poder seguir todos sus movimientos, actulizándola a diario, colgando vídeos y fotografías de cada lugar que visita y contando los problemas a los que se enfrenta. Saliadarunavuelta.com es un sitio en el que podemos acompañarle y participar en su aventura. Gracias a ello pudimos ponernos en contacto y lanzar algunas preguntas para saber más de la persona, del viaje y del mundo.
- Hace más de un año que dejaste España para embarcarte en un viaje hacia la improvisación. Cuando te preguntan por qué, contestas que necesitas sentirte vivo y feliz. Ahora que has llegado tan lejos, ¿lo has conseguido? ¿en algún momento concreto?
Por supuesto. Al contrario que ocurre a las personas que viven una vida ordenada y predecible, cuando sales a hacer un viaje de estas características te expones a un abanico de sensaciones interiores tan variado como el paisaje que cambia a tu alrededor. Yo creo que los seres humanos somos máquinas de procesar sensaciones, estamos hechos para eso y vivimos por y para ello. En ese sentido, viajar te proporciona un número exponencial de sensaciones, y viajar en moto quizá más que en ningún otro medio. Al final, me he descubierto exultante de felicidad sin motivo aparente en muchas ocasiones, simplemente por el hecho de estar saboreando la vida plenamente. He tenido muchos momentos así como para recordarlos todos.
En China se respiraba una extraña tensión en el ambiente que hacía que el país fuera poco acogedor. Al cruzar la frontera con Pakistán, divisé a unos pobres hombres intentando reparar con sus propias manos la carretera, que había quedado destrozada por los desprendimientos y las inundaciones. Vivían en chabolas al pie del camino y vestían con harapos. Sus caras estaban cubiertas de polvo. Subsistían como podían agarrados a la montaña como lapas. Y se pusieron todos de pie al verme pasar gritando como locos “WELCOME TO PAKISTAN SIIIIIR!!!!” Todavía hoy se me pone la carne de gallina al recordar las lágrimas que me saltaron a los ojos al sentirme así de acogido por gente que no tenía nada más que las piedras, el polvo y el viento.
Una de las cosas que más me aterra es encontrarme con el ser que fui
- Días atrás, leí cómo contabas tus razones a unos hombres cuya visión más erótica en el lugar no era más que las imágenes de una mujer sin velo en un concesionario de coches de un móvil con la pantalla rota y pixelado. Dices que te diste cuenta de lo “imbécil” que eras por hablar de ser infeliz a aquellas personas cuando lo tenías todo. Después de aquello, ¿has pensado en volver a tu estado vida anterior o crees que aun queda demasiado por aprender?
Pues es una de las cosas que más me aterra: reencontrarme con el ser que fui, y que después de tantos kilómetros he aprendido a aborrecer, en cierto modo. Ahora me encuentro en un momento muy espartano de mi vida, entro en los centros comerciales y los encuentro vacíos, contemplo desde fuera el lujo como algo superfluo e inútil. El mundo ha dado una cura de humildad muy grande a la persona que fui. Y para mi es una incógnita saber cómo voy a reaccionar al retornar a la vida abundante y despreocupada de la vieja Europa. Supongo que es un proceso más del camino.
La bondad del ser humano no tiene límites
- Pueblos, ciudades, metrópolis, países y continentes distintos. Todos ellos con una forma de vivir. ¿Has apreciado grandes diferencias entre unas sociedades y otras? ¿somos más parecidos o más distintos de lo que pensamos? ¿mismas preocupaciones?
Hay una cosa que me llama muchísimo la atención del ser humano, esté donde esté: su versatilidad, la asombrosa forma que tiene de adaptarse al medio que le rodea: desde desiertos de arena donde no hay literalmente nada más que el horizonte, a selvas rebosantes de vida, el ser humano está siempre ahí, al borde del camino, subsistiendo.
Los caracteres son muy diferentes cuando cambia una frontera, eso sorprende mucho cuando viajas por tierra. En India, por ejemplo, no dudan en invadir tu espacio personal, te observan fijamente, te tocan, te rozan, practicamente no existe la privacidad. Sin embargo, la asepsia con que te tratan en Japón es casi incómoda. El poblador de la península de Indochina es tan discreto como vocinglero el centroamericano. La percepción de la higiene es radicalmente diferente en China y en Singapur. Nada tiene que ver el respeto escrupuloso por las normas de Sydney con el sálvese quien pueda en Nepal. Pero eso es lo hermoso de viajar.
Hay otra cosa que me ha sorprendido en este viaje: La bondad del ser humano no tiene límites. El mundo está realmente lleno de gente buena. También hay cuatro imbéciles que estropean la fiesta, pero en general, la gente es asombrosamente buena.
Los medios de comunicación se nutren de la maldad, la fealdad, de las desgracias y de las situaciones extremas
- Llegan noticias a España que remueven las bases del sentido común. Vemos atrocidades y violaciones de los derechos humanos por doquier. ¿Es el mundo tan violento como lo que nos cuentan los periódicos?
No. El telediario te muestra veinte segundos puntuales de algo que ocurre en un sitio concreto del mundo y que afecta a un número muy limitado de personas. El resto del país o de la ciudad a la que hace alusión esa noticia es un lugar pacífico y tranquilo. Pero, claro, una cámara apuntando a un lugar pacífico y tranquilo no vende. Los medios de comunicación se nutren de la maldad, la fealdad, de las desgracias y de las situaciones extremas. Pero la realidad del mundo es bien distinta.
Siempre recordaré un email que me hizo adentrarme en Pakistan cuando creía que el país entero estaba inundado y asolado por el cólera. Escribí al presidente de un club de moteros del país para preguntarle por la ruta que había previsto y su viabilidad, dado que las noticias hablaban de dos millones de afectados por los monzones, el país entero asolado por las enfermedades… en fin. El hombre me respondió que, en efecto, había dificultades. Pero que Pakistán era un país poblado por ciento ochenta millones de personas que estarían encantadas de mostrarme su hospitalidad… y de hecho así fue.
- Gracias a la web que desarrollaste y mantienes actualizada podemos seguir tu viaje sin problemas. Hemos visto cómo unos lugares te han enamorado mientras que otros han pasado con más pena que gloria, véase Ucrania. ¿Qué lugar te ha hecho sentir abstraído del mundo? ¿dónde te has sentido peor?
Los poquísimos momentos en que me he sentido mal me los he buscado yo mismo. No ha sido el mundo exterior quien me lo ha hecho pasar mal, sino yo mismo. Llegado a este punto del viaje, creo que he desarrollado cierta tolerancia a la adversidad y las condiciones difíciles, y creo que de todo se aprende y casi todo se disfruta. La infección de India, las carreteras infames de Colombia, la sensación de desamparo de Managua, la soledad de Patagonia, la aridez humana de Ucrania, las lluvias torrenciales de Bali… al final, todo te da algo, de todo aprendes.
Hay muchos lugares mágicos en los que encontrarte contigo mismo. El Lago Tobá, en Indonesia, tiene un algo muy especial, por sus gentes, sus paisajes exhuberantes, sus arrozales, el espejo quieto de las aguas… Toda Tailandia, en especial el Mar de Andaman es un paraíso y cualquiera querría quedarse ahí de por vida. Algunas playas urbanas de Brasil, o recónditos selváticos de Costa Rica también me han provocado sensaciones muy especiales.
- Un año da para mucho, ¿has tenido la tentación de quedarte en algún lugar para iniciar una nueva vida?
Pues la verdad es que no. Siempre siento una malsana curiosidad por saber qué habrá en la siguiente parada.
- Te puedo asegurar que darnos la posibilidad de seguirte hace que muchos puedan aprender de tu viaje, aunque no estén en persona. ¿Qué importancia le darías a ser capaz de romper con todo? Muchos se sienten atrapados, limitados por la situación económica, esclavizados por su trabajo… ¿existe el equilibrio entre la vida típica en occidente y la búsqueda de la felicidad?
La capacidad de elección es el mayor tesoro de los países del primer mundo, y es algo que no valoramos jamás. Podemos elegir nuestra profesión, dónde vivimos, con quién nos casamos, o qué vamos a comer mañana. Sin embargo, esta posibilidad está vetada a muchas personas, con sentimientos, ojos, paladar, capacidad de discernimiento o raciocinio idénticos al nuestro. En este sentido, viajar es una cura de humildad, te expone a muchas situaciones que te hacen reflexionar sobre la suerte que tienes de poder, simplemente elegir. Y no nos engañemos, hacer un viaje así no depende de la economía: Emilio Scotto salió de Buenos Aires con 300 dólares en el bolsillo y volvió diez años después. Es una cuestión de elección, sin más. En Occidente nos planteamos cosas como si somos felices porque no nos falta el pan. Créeme, somos muy felices. O, por lo menos, tenemos un potencial infinito de serlo, aunque no seamos conscientes de ello.
El mundo, en verdad, es un lugar maravilloso.
- Si mañana tuvieras la oportunidad de hablar por un micrófono por el cual todo el planeta te escuchara, ¿qué te gustaría decir?
Que el mundo es, en verdad, un lugar maravilloso.
- ¿Cuál ha sido el último capricho que te has dado?
Como no puedo vivir sin leer, me he visto forzado a comprarme un pequeño tablet para seguir leyendo los cerca de ocho mil ebooks que llevo conmigo. No sé si es un capricho, es casi una necesidad. Bueno, y mamá vino a pasar las navidades a Sudáfrica y me trajo jamón y turrón. Las madres son otra cosa maravillosa que tenemos y no sabemos que tenemos.
- ¿Has tenido que dejar algo atrás en el camino que ahora te gustaría recuperar?
Infinitos. Pero partí con la premisa, que mantengo inamovible, que no se puede ver todo en esta vida.
- Este viaje, ¿crees que marcará un antes y un después en tu personalidad o, sin embargo, está tan arraigada en uno que es imposible deshacerse de ella?
Yo creo que ya lo está consiguiendo. Hasta la piedra más dura cambia de cara por simple acción del viento.
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