Superman, el hombre de acero
Dentro de poco se estrena en España ‘El hombre de acero’ (‘The Man of Steel, Zack Snyder, 2013), nueva versión sobre las aventuras del superhéroe más famoso, que no mejor, de todos los tiempos. Dicen las primeras voces que se han pronunciado que se aparta por completo del film de Richard Donner del 78, acercando el personaje a las nuevas audiencias. Supongo que las más jóvenes, ya que los cinéfilos de la vieja estirpe aún nos emocionamos recordando el trabajo de Donner que en su momento rezaba la frase publicitaria “creerás que un hombre puede volar”. Con Spielberg y Lucas cambiando por completo la forma de hacer cine en Hollywood desde hacía dos años vaya si lo creímos.
De toda la película, que no es ninguna obra maestra pero sí una excelente muestra de cine de aventuras y fantasía, me quedo con muchas cosas y deshecho muy pocas. Sin duda el reparto, por el que se pasean grandes actores clásicos que ya los quisiera para sí Snyder en su nueva versión —y con Christopher Reeve, que de momento sigue siendo el mejor Superman que hay—, con diálogos muy superiores a la media en este tipo de películas, y sobre todo con un sentido de la emoción y la épica pocas veces igualado en un film de superhéroes, con varias set pieces que demuestran la mano de Donner para el espectáculo bien entendido, un crescendo dramático adecuado y evitando el atropello de secuencias aparatosas.
De entre todos los grandes momentos que tiene la cinta, mi favorito sucede cuando Clark Kent aún no ha tomado conciencia de sí mismo, y tras años educado y criado por padres terrestres debe marchar en pos de respuestas. Martha Kent mira a lo lejos por la ventana de su casa en la granja donde ve a su hijo adoptivo a punto de irse y se acerca hasta él para decirle adiós. Donner no subraya ni una palabra, ni un gesto, ni un plano, ni siquiera abusa de la música de John Willliams, y con total honestidad hurga en nuestras emociones. Pocas veces una marcha del seno paterno se nos ha metido tan dentro, como todas las despedidas esta resulta dolorosa, y más tarde completa el periplo con ese desgarrador grito del superhombre al irse/morirse su amada Lois Lane.
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