Seis futbolistas ‘one-hit wonder’: un instante de gloria
“We can be heroes… just for one day”
David Bowie (Heroes)
En el mundillo de la música se utiliza la expresión inglesa ‘one hit wonder’ para designar a aquellos grupos que han disfrutado de un único pero gran éxito en su carrera. A veces se trata de bandas que irrumpen en la escena musical con un debut inesperadamente brillante y no consiguen soportar las expectativas, bien por no ser capaces de superar la presión, bien porque su talento real se había sobrevalorado. En otras ocasiones, una trayectoria notable queda ensombrecida por un inesperado hit. La aparición en un anuncio o una película es a menudo suficiente para convertir a un grupo semidesconocido en un “one-hit wonder”. En cualquier caso, se trata de artistas a los que sólo se les recuerda por una canción, un éxito puntual que queda de por vida asociado indisolublemente al grupo.
Este fenómeno también se puede aplicar al fútbol. Existen jugadores a los que recordamos por un momento de gloria, colosal pero fugaz, que ensombrece el resto de sus carreras. Estos seis, por ejemplo, cada uno a su manera.
Oleg Salenko
“Messi batirá muchos récords, pero espero que el mío no”. Esta frase la pronunció Oleg Salenko hace poco más de un mes, cuando el delantero argentino batió el récord de goles en un año natural que poseía el alemán Gerd Müller. Con Messi nunca se sabe, pero hay motivos para que el exdelantero ruso esté tranquilo. Su récord no es fácilmente superable.
El 28 de junio de 1994, en el último partido del grupo D del Mundial de Estados Unidos que disputaban Rusia y Camerún, Salenko estableció el récord de goles en un partido mundialista, marcando cinco tantos. Una marca que hoy continúa imbatible. Rusia ganó ese partido por 6-1, pero no consiguió la clasificación para octavos. A pesara de ello, Salenko compartió con Stoichkov el trofeo de máximo goleador del campeonato, con 6 goles (el otro lo había marcado contra Suecia).
Pese a tener una digna trayectoria profesional, defendiendo las camisetas de Zenit, Dinamo de Kiev, Logroñés, Valencia y Glasgow Rangers, Oleg Salenko nunca volvió a brillar como aquella calurosa tarde de junio en San Francisco. Si su nombre ha pasado a la historia del fútbol es por lo que hizo allí. Un hito difícil de repetir para cualquiera. Aunque se llame Messi.
Salvatore Schillaci
Como Salenko, Schillaci también vivió en un Mundial su momento de gloria. Y es que el enorme escaparate que proporciona el Campeonato del Mundo es propicio para la aparición de ‘one-hit wonders’. Totò Schillaci había fichado por la Juventus en el verano de 1989, después de una gran temporada en el Messina de la Serie B. Los 15 goles marcados con la Juve en la temporada 1989/90 le consiguieron la convocatoria para el Mundial que los italianos disputaban en casa. Un torneo que Totò comenzó como suplente y terminó como máximo goleador, con 6 tantos, convirtiéndose en una de las estrellas del momento. Después del Mundial, Schillaci no volvió a brillar a gran nivel, lastrado por problemas físicos y acaso atenazado por las expectativas levantadas. Jugó otro par de temporadas en la Juve y luego fue traspasado al Inter. No pasó de 6 tantos en su mejor año. Para reencontrarse con el gol tuvo que emigrar a Japón, donde terminó su carrera.
Javier Portillo
La gran noche de Portillo, el día que acaparó portadas y minutos de televisión, fue el 25 de febrero de 2003. El Madrid jugaba en Dortmund contra el Borussia un partido decisivo de la liguilla de la Champions. El gol de Koller en el primer tiempo dejaba al Madrid con pocas de clasificación para los cuartos de final. En el minuto 89, con el partido agonizando, Del Bosque recurrió a una solución desesperada y reforzó con Portillo la delantera que formaban Raúl y Ronaldo. Nada más ingresar en el campo, el canterano recibió un pase de Zidane y le pegó de primera para batir a Lehman. Probablemente en ese momento no fuera consciente pero acababa de marcar el gol de su vida.
Tras un par de cesiones en Fiorentina y Brujas, Portillo tuvo que abandonar el Madrid y comenzó un vagabundeo por diferentes equipos: Gimnastic, Osasuna, Las Palmas y Hércules, colores que aún defiende en Segunda División a sus 30 años.
Thomas Christiansen
Thomas Christiansen era un prometedor delantero hispano-danés que despuntaba en el Barcelona B cuando Javier Clemente lo incluyó en una convocatoria de la selección española en enero de 1993. La llamada para la selección absoluta de un chaval de 19 años que jugaba en Segunda División causó una gran sorpresa. El motivo, sin embargo, no fue otro que el temor a que el futbolista, que poseía doble nacionalidad, terminara decantándose por defender la camiseta danesa. Con esta maniobra de Clemente, la Federación se adelantaba y se aseguraba contar en el futuro con uno de los jugadores más ilusionantes de la cantera española.
El debut tuvo lugar en un amistoso contra México jugado en Las Palmas, jugando toda la segunda mitad. Un mes después, el seleccionador volvió a llamar al jugador para un encuentro contra Lituania, clasificatorio para el Mundial. Christiansen saltó al campo en el segundo tiempo y logró el cuarto gol de la victoria española por 5-0. A la postre, su único gol como internacional.
A pesar de su estreno con la selección, Christiansen nunca llegó a debutar en Liga con el primer equipo del Barça. Vagó de cesión en cesión (Sporting, Osasuna, Racing) antes de ser traspasado al Oviedo y recalar en el Villarreal. Nunca volvió a ser internacional.
Andrei Arshavin
Cuando se presentó en la Euro 2008, Arshavin ya era de sobra conocido por los entendidos futboleros (acababa de ganar la Copa de la UEFA con el Zenit), pero apenas lo era para gran el público. Por eso su partido de cuartos de final contra Holanda, la selección que venía de hacer el mejor fútbol en la primera fase, sorprendió y maravilló a partes iguales. Aquella noche, Arshavin ofreció una actuación colosal, maradoniana, apareciendo por cualquier esquina del césped, pidiendo el balón, regateando, pasando y ofreciéndose, asistiendo, marcando, dominando el partido a su antojo. Pocas veces se ha visto una actuación individual tan sobresaliente en una gran competición internacional.
Terminada la Eurocopa, Arshavin era el jugador de moda. Con 27 años recién cumplidos, los mejores clubes de Europa se lo rifaban. Finalmente recaló en enero de 2009 en el Arsenal, un club bastante adecuado al estilo de juego del mediapunta ruso. Un inicio prometedor degeneró paulatinamente en un desempeño cada vez más gris, marcado por la irregularidad y la indolencia. Tras una breve cesión al Zenit la temporada pasada, el jugador continúa en el Arsenal, pero apenas cuenta para Wenger. A sus 31 años ya no esperamos nada de Arshavin y nos limitamos a revisar el vídeo de aquella noche de junio de 2008 en que nos enamoramos de aquel talento rubio.
Jimmy Glass
El 8 de mayo de 1999, Carlisle United y Plymouth Argyle jugaban la última jornada de la liga de la cuarta división inglesa. Los primeros se jugaban la permanencia en la categoría. El equipo de Carlisle era colista y para salvarse necesitaba una victoria y que no ganara el Scarborough, penúltimo en la tabla. Con el tiempo ya cumplido, el empate a uno abocaba al club al descenso y a un futuro incierto. El partido de su rival había finalizado también con empate, por lo que un gol del Carlisle aún podía obrar el milagro.
Entonces, con el tiempo de descuento prácticamente consumido, el árbitro pitó un córner a favor del Carlisle. El entrenador mandó a todo el equipo al área rival, portero incluido. Jimmy Glass, un guardameta que había errado por todas las divisiones del fútbol inglés, recorrió todo el campo para incorporarse al remate.
El saque fue rematado por un jugador del Carlisle, despejado por el portero rival y le cayó al pie derecho de Glass, que de un zapatazo lo mandó al fondo de las mayas. La euforia invadió el campo del Carlisle United, cuyos aficionados acababan de encontrar un nuevo héroe.
Jimmy Glass no duró mucho en el club y no tardó en retirarse del fútbol activo. Años después escribió una autobiografía donde contaba su historia. ¿Su título? ‘One Hit Wonder’.
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