Sagas futboleras: meter goles en familia
Existen hijos que heredan el negocio del padre, vástagos que siguen la tradición familiar y mantienen el bar, la carnicería, la tienda de ultramarinos, el quiosco de prensa o el punto de venta de droga, tercer portal, segundo B. Hay familias enteras de médicos, algunas incluso dedicadas a la misma especialidad. Imagínense la cena de Navidad de esa familia de especialistas digestivos, úlcera gástrica por aquí, colonoscopia por allá. También hay sagas familiares de abogados cuya genealogía de toga y birrete se remonta a la noche de los tiempos; hermanos que se enfrentan en un juicio, como Bart y Lisa en aquel capítulo de Los Simpsons en el que se luchaban fratricidamente stick de hockey en mano.
En el fútbol también hay de todo esto. Y más, mucho más.
En el nombre del padre
Cualquier padre estaría orgulloso de que su hijo siguiera sus pasos y le aventajara en éxitos. Paolo Maldini no sólo imitó a su padre dedicándose al fútbol, no sólo heredó su puesto en la defensa del Milan y de la selección italiana; Paolo fue más allá: si Cesare Maldini ganó una Copa de Europa con el Milan, él lo hizo cinco veces. Los Maldini cuentan además con una particularidad: son los únicos padre – hijo que han levantado la Copa de Europa como capitanes de sus equipos. Cesare lo hizo en 1963, tras derrotar al Benfica en la final, y su hijo en 2003 y 2007.
Además de los Maldini, hay otras dos sagas campeonas de Europa, una madridista y otra barcelonista. Tras perseguirlo durante años con sus compañeros de la Quinta del Buitre, Manolo Sanchís Hontiyuelo conquistó la Copa de Europa en 1998 y 2000, emulando a su padre, Manuel Sanchís Martínez, que la había ganado en 1966 con el Madrid yeyé. El caso de los Busquets es un poco diferente. Carles, el padre, fue campeón en 1992, aunque era suplente de Zubizarreta y no jugó un sólo minuto. Su hijo Sergio, sin embargo, fue pieza clave en las victorias de 2009 y 2011.
En el caso de los Maldini, los Sanchís y los Busquets, los hijos mantuvieron fidelidad a los colores de los padres, pero no siempre sucede así. A veces, el hijo termina incluso vistiendo la camiseta del eterno rival. Así sucedió con Marcos Alonso, que jugó en el Atlético de Madrid y el Barcelona pese a que su padre, Marquitos, había ganado 5 Copas de Europa con el Real Madrid. Algo similar ha sucedido con Xabi Alonso, que empezó en la Real Sociedad, siguiendo las huellas de su padre Periko y su tío Pichi, pero terminó tomando un camino diferente. Mientras que los dos hermanos jugaron en los 80 con la camiseta dell Barcelona, Xabi ha terminado vistiendo de blanco, Liverpool mediante.
Un caso especial es de la familia Gudjohnsen. Eidur, delantero islandés que acabó jugando en el Barça de Rijkaard, debutó en la selección en abril de 1996, cuando sólo tenía 17 años, en un partido amistoso contra Estonia. Eidur entró al campo en el segundo tiempo, sustituyendo a Arnor Gudjohnsen, su propio padre, que ya estaba, con 34 años, en la recta final de su carrera.
Hermanos de sangre
Son innumerables los ejemplos de hermanos que han defendido la misma camiseta, pero no es fácil jugar juntos en tantos equipos como los gemelos De Boer. Hasta cinco camisetas diferentes (Ajax, Barcelona, Glasgow Rangers, Al Rayyan y Al-Shamal) defendieron, codo con codo, Frank y Ronald. No siempre estuvieron en el mismo equipo, pero da la impresión de que se perseguían para no perderse mucho de vista, aunque hubiera que ir hasta Catar. Eso es amor fraternal.
Diego Maradona nunca compartió equipo con sus hermanos Hugo y Lalo, también futbolistas, aunque notablemente menos dotados que su hermano mayor. Sin embargo, los tres llegaron a jugar juntos un partido, en el viejo estadio de Los Cármenes, con la camiseta del Granada. El encuentro, contra el Malmoe sueco, formaba parte del contrato por el que el Granada fichó a Lalo, el menor de la saga.
La final del Mundial de Suiza de 1954 fue testigo del Milagro de Berna, donde la selección alemana reventó los pronósticos y se impuso a la poderosa Hungría de Puskas por 3-2. El cerebro y capitán de aquel equipo alemán era Fritz Walter, mientras que su hermano Ottmar se encargaba de los goles (marcó cuatro en el campeonato). No son los únicos hermanos campeones del mundo. Doce años después, los ingleses Bobby y Jack Charlton ganaban el Mundial, venciendo a Alemania con el célebre gol fantasma (la bola no entró) de Geoff Hurst.
Los Walter y los Charlton lograron algo que se les negó por dos veces a los gemelos holandeses Van der Kerkhof. Como integrantes de la Naranja Mecánica, perdieron las finales de 1974 y 1978 contra las anfitironas Alemania y Argentina. Lo mismo les sucedió a los alemanes Forster (Bernd y Karlheinz) en 1982, al caer en la final contra Italia. Sócrates no pudo ganar el Mundial en ninguna de sus dos participaciones (1982 y 1986), a pesar de que el juego aquella selección brasileña de los ochenta era celebrado por prensa y público. En ambos campeonatos se quedaron a las puertas de las semifinales. En cambio, su hermano Raí, once años menor, lo logró en 1994, con un Brasil, entrenado por Parreira, mucho menos vistoso pero tremendamente efectivo.
La renuncia de Michael Laudrup a la selección danesa, por discrepancias con el seleccionador Richard Moller-Nielsen, le privó de ganar la Eurocopa de 1992 junto a su hermano Brian, algo que sí habían conseguido Ronald y Earwin Koeman con Holanda cuatro años antes.
Hermanos y enemigos
El 23 de junio de 2010 se produjo en Johannesburgo un hecho histórico: dos hermanos se enfrentaron en un partido mundialista. Kevin Prince y Jerome Boateng son hijos de Prince Boateng, un ghanés emigrado a Alemania, pero sus madres son diferentes. Ambos se criaron separados, en diferentes barrios de Berlín. Con el paso del tiempo los dos se convirtieron en futbolistas profesionales. Kevin jugó en las divisiones inferiores de la selección alemana, pero fue apartado por indisciplina y se unió a Ghana. Su hermano Jerome debutó con Alemania y terminó convocado para el Mundial de 2010.
Aquel Ghana – Alemania disputado en Johannesburgo terminó con victoria alemana por la mínima, con gol de Özil. Los dos Boateng fueron titulares en sus respectivos equipos. Al saludarse en los prolegómenos del partido, ni siquiera cruzaron sus miradas. La relación entre ambos era entonces distante, aunque en los últimos tiempos ha mejorado. La historia puede tener continuación en unos meses: el bombo volvió a emparejar a Alemania y Ghana en el mismo grupo para el Mundial de Brasil.
Algo parecido podría pasar en el futuro con Thiago y Rafinha, los hijos del gran Mazinho, que han elegido caminos distintos. Crecidos en España, ambos podían elegir selección con la que competir. Thiago se decantó por España y su hermano ha manifestado su decisión de jugar con la canarinha, aunque aún no ha debutado con los mayores. Quizás, dentro de no mucho, los hermanos Alcántara reediten el duelo de los Boateng.
Fotos | FIFA | The FA
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