Los recuerdos a menudo son borrosos, y engañosos, pero cuando me preguntan qué actor he admirado durante más tiempo de mi vida respondería sin dudar un instante: Robert de Niro. Fui un (in)fiel seguidor de su trabajo desde que vi la magistral ‘Taxi Driver’ (Martin Scorsese, 1976). No cambié de idea sobre su formidable talento de un día para otro, ni de manera consciente, pero sí que me decepcionó profundamente verle en ‘Las aventuras de Rocky y Bullwinkle’ (‘The Adventures of Rocky & Bullwinkle’, Des McAnuff, 2000) ‘Los padres de ella’ (‘Meet the Parents’, Jay Roach, 2000), ‘The Score’ (Frank Oz, 2001), ‘Showtime’ (Tom Dey, 2002) y ‘Otra terapia peligrosa: ¡Recaída total!’ (‘Analyze That’, Harold Ramis, 2002), por mencionar solo algunos títulos. Pagaba ya las entradas con euros cuando me di cuenta que el De Niro que yo admiraba se había esfumado para siempre.

Es habitual que los intérpretes se involucren en toda clase de películas. Al fin y al cabo es un trabajo, y no siempre se puede estar inspirado. Lo preocupante, en el caso del que fuera el actor fetiche de Scorsese, es que desde ‘Ronin’ (1998) prácticamente no hizo nada bien. Tropezó demasiado eligiendo proyectos sin interés y abusó de sus tics más característicos. Se convirtió en una parodia de sí mismo. Y a sus 70 años, pocas esperanzas quedan de que vuelva a recuperar la valentía y la pasión de su mejor época. Precisamente, ahora tenemos en cartelera un film que subraya su declive; ‘La gran revancha’ (‘Grudge Match’, Peter Segal, 2013), una prescindible comedia de boxeo vendida como el mítico encuentro entre unos desgastados Rocky Balboa y Jake La Motta –’Toro Salvaje’ (‘Raging Bull’, M. Scorsese, 1980)–.

Para llorar. No obstante, también hay que admitir que David O. Russell ha sabido exprimirle con papeles secundarios en sus dos últimas películas, ‘El lado bueno de las cosas’ (‘Silver Linings Playbook’, 2012), por la que De Niro volvió a ser nominado al Oscar –injustamente, no lo merecía–, y ‘La gran estafa americana’ (‘American Hustle’, 2013), que llega a nuestros cines el 31 de este mes. Quizá haya que cambiar el chip. Olvidarse de la leyenda. Revisar sus proezas. Y entender que el viejo De Niro es otro actor.

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