Grandes directores de cine sin Oscar
Supongo que todos los lectores saben quién es ese tipo que aparece en la fotografía de arriba. Pero por si hay algún despistado, que no me extrañaría lo más mínimo teniendo en cuenta que el pueblo español es el tercer mundo culturalmente hablando, decir que ese hombre de mirada despechada y despreocupada como si estuviera de vuelta de todo, es don Alfred Hitchcock, quien me viene de perlas para el tema que nos ocupa: grandes directores de cine que jamás obtuvieron u Oscar por alguno de sus trabajos. En futuros textos citaremos actores, actrices y demás profesionales que jamás recibieron uno de esos premios.
Habría que decir antes, o matizar, que los premios recibidos por cualquier cineasta en realidad no son importantes más que para llenar de gloria sus respectivas carreras, amén de mejorar sus futuros contratos evidentemente. Si hacemos un resumen de los Oscars desde sus inicios, encontramos muchas películas premiadas de las que ya nadie se acuerda, y resulta tremendamente irónico que un premio que es dado por los mismos artistas que se dedican al séptimo arte, estos jamás hayan reconocido la calidad de muchos cineastas como Alfred Hitchcock, que desgraciadamente no es ni será el único que se haya quedado sin la dorada estatuilla.
Hagamos pues un pequeño repaso de algunas de los directores más representativas del mejor arte que existe —no os rasguéis las vestiduras aún queridos acólitos, es sólo una opinión— y que nunca han recibido un Oscar. Dado que dichos premios comenzaron a entregarse en 1929, sólo podemos contar a partir de ahí. Por muy poco, ya que murió en 1931, me sale el nombre de F.W, Murnau, uno de los más grandes y cuya obra cumbre ‘Amanecer’ (‘Sunrise’, 1927) se alzó en la primera ceremonia de los Oscars con el premio de mejor producción artística —una categoría que hoy día no existe—, mientras que Murnau se quedó sin premio.
En casos como el de Ingmar Bergman —nominado en cuatro ocasiones a mejor director, entre otras nominaciones— podría exculparse por el hecho de que los Oscars son premios de la cinematografía estadounidense, pero dada que esa especie de norma se la han saltado innumerables veces, no sobra en esta selección. Lo mismo podríamos decir de Federico Fellini, Marcel Carné, Jacques Becker, Akira Kurosawa, François Truffaut —con quien ocurrió algo muy curioso: ‘La noche americana’ (‘La nuit américaine, 1973) ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1974, siendo nominada a tres Oscars en 1975— y otros realizadores no estadounidenses. De ahí puedo saltar a Charles Chaplin, cuyo único Oscar por la banda sonora de ‘Candilejas‘ (‘Limelight’, 1952) parece un chiste en comparación con los logros obtenidos en su carrera. Ojo, hablamos de un cineasta que fue nominado como actor —‘El gran dictador’ (‘The Great Dictator’, 1940)— y jamás como director. Imperdonable.
Podemos ir más lejos con el caso de Stanley Kubrick, quien sí ganó un Oscar, el correspondiente a los mejores efectos visuales por ’2001: Una odisea del espacio‘ (’2001: A Space Odissey’, 1968), algo que puede dejar perplejo a más de uno, habiendo sido nominado a director en cuatro ocasiones, menos de las merecidas. De ahí me voy a otro genio, Orson Welles, quien ganó un Oscar como guionista por la inmensa ‘Ciudadano Kane’ (‘Citizen Kane’, 1941), algo que a los mimebros de la Academia ya les debió parecer más que suficiente ya que Welles jamás volvió a ser nominado, recibiendo un Oscar honorífico —eufemismo de “mierda, tío, nos olvidamos de ti, perdona, toma, un caramelo”— en 1971.
Que un realizador como Howard Hawks, el único que en verdad podía hacerle frente a John Ford, indispensable en el western y el Film Noir, haya tenido sólo una nominación a director por ‘El sargento York’ (‘Sergeant York, 1941) es algo que escapa a toda lógica. Lo mismo se puede decir de Raoul Walsh, Henry Hathaway —nominado sólo una vez— o Don Siegel, claros ejemplos de la narración cinematográfica por excelencia. Alguien como King Vidor, importantísimo para el cine mudo, y que hizo películas hasta 1959, fue nominado cinco veces, obteniendo los mismos resultados que por ejemplo otro grande: Fritz Lang, que no fue nominado ni una sola vez, mientras que Ernst Lubitsch, sin el cual Billy Wilder no existiría, fue nominado tres veces yéndose a casa de vacío. Cierro este párrafo con cuatro nombres sagrados: William A. Wellman, Josef von Sternberg, Otto Preminger y Robert Rossen. Casi nada.
Entre los realizadores actuales que están sin premio habría que citar algunos que evidentemente aún pueden alzarse con un Oscar. Entre los retrasos que un servidor está notando encontramos cineastas como David Fincher, a quien probablemente su difícil carácter le está costando el reconocimiento de sus compañeros; Ridley Scott, que últimamente anda un poco perdido; M. Night Shyamalan, injustamente despreciado por el público, o Paul Thomas Anderson, que probablemente dé la campanada un año de estos. Ah, y que alguien del talento de Kenneth Branagh, relegado a proyectos de menor interés que sus adaptaciones de Shakespeare, aún no tenga un Oscar es para reírse en la cara de los miembros de la Academia.
Con este panorama, en el que faltan algunos nombres, ¿cómo es posible que haya gente que se tome en serio los Oscars?
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