El cementerio de silicio: los gadgets que buscaron la gloria y se encontraron con el fracaso
La tecnología, un mundo apasionante que vive a una velocidad frenética donde el mañana es el hoy y el ayer es el antes de Cristo. Una jungla de silicio llena de historias; muchos fracasan y sólo unos pocos triunfan, los que alcanzan la gloria, los que pasan a la historia. O no. Hoy éstos no serán los protagonistas sino aquellos que fueron derrotados, los que se ganaron tan a pulso un hueco en las estanterías de los centros comerciales que no salieron de allí.
Juan Carlos González es editor en Weblogs SL, escribe en Xataka, Xataka Móvil, Xataka Android y Vidaextra. Fuera del mundo profesional se dedica a la investigación académica y a dar clases en la Universidad Rey Juan Carlos. Podéis encontrarle en Twitter con el nick @jcgonzalezgo
El amargo sabor de la derrota
Si hay algo común en todas estas historias que hoy vamos a contar podríamos definirlo con una sola palabra: expectativas. Antes de llegar a las tiendas, nuestros tres protagonistas gozaron de mucho protagonismo: el próximo gadget que va petarlo, toda una revolución. Sin embargo, mientras la burbuja crecía y crecía nadie se daba cuenta de que iba a ser todo un fracaso.
La derrota es amarga, sin duda pero como decía Pericles: no se sale adelante celebrando éxitos, sino superando fracasos. A algunas compañías, estos descalabros les pasó una factura que no pudieron asumir. Otros en cambio, se levantaron, aprendieron de los errores y reinaron con un nuevo gadget. De hecho, este es nuestro primer protagonista.
Apple Newton, el abuelo del iPhone y iPad
Finales de los 80. California. Apple no era ni la sombra de lo que es hoy en términos económicos pero tenía un sueño que a día de hoy sigue vivo: ser los mejores en lo que se proponían. También eran, y siguen siendo, innovadores. Decidieron lanzarse al mercado con una idea arriesga: una PDA. Un gadget que los que tienen más de veinte años seguro que recuerdan.
Con el nombre de Apple Newton los de Cupertino querían darle una patada a todos los ordenadores portátiles de la época. Un hardware potente para la época que a día de hoy suena hasta a risa: ¡4MB de almacenamiento y 640KB de RAM! Es increíble el salto que ha dado la tecnología en tan pocos años.
Sus ganas de reventar el mercado fueron tan grandes como la caída que sufrió. Para algunos, un dispositivo muy avanzado para su época. Para otros, un trasto con muchos problemas: una duración muy escasa de sus baterías, un sistema de reconocimiento de escritura manuscrita que no funcionaba… En definitiva: un desastre.
Aunque fue un fracaso, toda esta experiencia invertida en dispositivos móviles les sirvió años más tarde para situarse donde están ahora en telefonía y tablets: iPhone y iPad. Gadgets punteros que nada tiene que ver con el rendimiento de su abuelo con nombre de físico.
Virtual Boy, cuando la realidad virtual molaba
La historia de Nintendo es bastante singular por diferentes motivos, entre ellos su cronograma consolero. Con superventas como la Game Boy o la Nintendo Wii y fracasos que acabaron cogiendo polvo en trasteros y sótanos de todo el mundo como nuestro protagonista: Virtual Boy. En los 90 había dos cosas que marcaron los primeros años de esta década: los dinosaurios y la realidad virtual. Poca gente la probó pero ver a la gente en una mezcla rara entre Robocop y El Cortacesped nos parecía alucinante.
En realidad, más allá de todas esas cosas de críos, la realidad virtual no terminó de cuajar y aunque Nintendo se la jugó con unas gafas con un 3D algo primitivas… Virtual Boy también fue un fracaso bastante grande. Las intenciones no eran malas porque Gunpei Yoko, padre de esa maravilla llamada Gameboy, quería hacer una consola asequible pero en su esfuerzo por hacer un gadget asequible…el resultado final terminó siendo muy pobre.
Para hacernos unas ideas del fracaso de Virtual Boy sólo hay que consultar lo que gastaron en promocionar la consola: 25 millones de dólares de 1995 que no es lo mismo que los de 17 años más tarde. Aunque lograron poner en el mercado 350.000 consolas, que no unidades vendidas, no pasó el año de vida.
Las críticas fueron muchas y es que este gadget era un poco limitado: sólo podía jugar una persona, no era lo que se dice muy portátil como pretendían y a la hora de crear el efecto tridimensional recordaba a aquellos juegos vectoriales setenteros en plan Asteroids de Atari. Posteriormente Nintendo tuvo otros éxitos y a día de hoy Virtual Boy es una pieza codiciada entre coleccionistas, qué irónico.
Zune, aquel que vino a intentar destronar al iPod
Cada vez que un gadget triunfa, en alguna multinacional del mundo se reúnen sus accionistas en una noche tormentosa. Sentador alrededor de una larga e infinita mesa alguien golpea con el puño sobre la madera. “Señores: tenemos que acabar con él” dice un señor con traje. Ficciones aparte, aunque en el fondo pienso que no debe ser muy diferente, cuando algo causa furor el resto quieren saborear el mismo éxito.
Por esto, y con esa visión siempre tan marketiniana del asunto, el término killer cobra una nueva dimensión. ¿El iPhone triunfa? Aparecerán varios teléfonos con la etiqueta de iPhone killer. En este caso Microsoft intentó hacer lo propio con Zune, un asesino de iPods un pelín torpe. Apple triunfaba con su MP3 y los de Redmond no querían quedarse atrás.
Tomaron nota de las fortalezas y debilidades del reproductor de la rueda para crear el que en apariencia iba a triunfar. Tras una campaña de marketing muy agresiva y algunas especificaciones técnicas superiores al iPod, llegó el descalabro: era el segundo reproductor más vendido en Estados Unidos, sí. Pero su competidor más directo le sacaba un 54% de cuota de mercado.
Cuatro generaciones y cinco años más tarde pasaba a mejor vida dejando algo de su legado en Windows Phone. Motivo de muchas mofas, no terminó de cuajar y tuvo que salir con el rabo entre las piernas. ¿Volverá? No parece que será así. Mientras, la corona de laureles seguirá encima de la manzana mordida.
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