El baloncesto también es cosa de bajitos
Cuando uno empieza a jugar el baloncesto sin tener precisamente un cuerpo ideal para ese deporte, sin más remedio se termina fijando en jugadores cuya estatura tampoco es la que se le supone a un baloncestista profesional. Uno se ilusiona viendo a tipos bajitos capaces de medirse con las torres del baloncesto europeo y americano, capaces de dominar la Euroliga, ganar una Copa con un triple en el último segundo y hasta vencer en un concurso de mates, territorio reservado en principio para tallas XXL. Y, en un momento de desvarío, uno hasta se llega a preguntar por qué no puede llegar donde esos tipos de estatura similar e incluso menor. Pero a uno se le olvida que hay una cosa más importante que la estatura, algo que compensa con creces la escasez de centímetros: el talento.
Y es de ese talento del que sí van sobrados esta serie de baloncestistas que desafiaron las convenciones y lograron hacerse un hueco en el baloncesto de élite, cerca de las estrellas, que diría Trecet. El criterio de selección, me van a perdonar, es tan caprichoso como cualquier otro: se trata de de jugadores más bajos que yo, o de estatura similar. Ellos son mis bajitos favoritos.
Joan Creus (1,76 metros)
Cuando posees una inteligencia superlativa, los centímetros, incluso en un deporte donde prima tanto el físico, acaban jugando un papel secundario. Chichi Creus es el prototipo de base a la antigua usanza, cerebral y lúcido. El director perfecto, que analiza el juego, toma casi siempre la decisión correcta y hace mejores a sus compañeros, sin despreciar mirar al aro cuando es preciso. También el prototipo de jugador que va mejorando con el tiempo, macerándose en los parqués de la ACB año tras año, hasta alcanzar el punto justo de madurez.
Ese punto le llegó a Creus con 41 años, en la final de la ACB de 1998, que enfrentaba a su TDK Manresa con el Tau Baskonia. Un par de años antes, un triple suyo había inaugurado las vitrinas del equipo de Manresa, con una Copa del Rey que parecía el colofón perfecto de una larguísima carrera. Parecía.
Muy atrás quedaba su debut en la ACB, cuando aún se llamaba Liga Nacional, en 1975, con la camiseta del Hospitalet. También sus partidos con la selección, cuya camiseta vistió entre 1983 y 1988, participando en un Eurobasket (Nantes 1983) y un Campeonato del Mundo (España 1986). Con mil batallas a sus espaldas, se plantó, al frente del TDK, en aquella final del 98. Nadie apostaba una peseta por ellos ante el Tau de Scariolo y Bennet. Hasta que Creus cogió la bola y se hizo el dueño absoluto de la serie, dirigiendo, asistiendo y anotando. La ACB fue para Manresa y el MVP para el más bajito. También para el más listo.
Spud Webb (1,70 metros)
Que un tío que apenas llega al metro setenta sea capaz de colgarse de un aro tiene un mérito indudable. Sé lo que digo: con unos pocos centímetros más, yo apenas era capaz de rozar el tablero en mis mejores tiempos. Pero si además ese hombre es capaz de hacer malabares en el aire antes de matar, hasta el punto de llegar a ganar un torneo de mates de la NBA, uno se queda con la boca abierta.
En 1986 el concurso de mates de la NBA, creado sólo un par de años antes, se encontraba en todo su apogeo. Un año antes, Dominique Wilkins había vencido a Michael Jordan en una competición formidable. La revancha se presentaba apasionante para la edición de 1986, pero Michael Jordan se lesionó a principio de temporada y no pudo participar, quedando Wilkins como favorito indiscutible de un concurso que tenía en Spud Webb, su menudo compañero en Atlanta Hawks, la nota pintoresca.
Pocos imaginaban que aquel pequeñito jugador de 1,70 pudiera dar la sorpresa, pero sucedió. Webb se impuso en la final a su compañero Wilkins, maravillando con su inverosímil capacidad de salto y su agilidad. En el mate ganador, Webb envió el balón al tablero, previo bote, y lo recogió a una mano para hundirlo en el aro.
Spud Webb jugaba un papel secundario en aquellos Hawks de los años ochenta. Su rol era el de suplente de Doc Rivers, el actual entrenador de Los Angeles Clippers. Después se fue a Sacramento, donde vivió sus mejores años, partiendo cada noche en el cinco titular. Se retiró en Orlando Magics, tras jugar un año en el Verona italiano. Hace un par de años apareció un vídeo en el que un Spud Webb casi cincuentón, vestido con traje y zapatos, aún era capaz de colgarse del aro con facilidad.
‘Muggsy’ Bogues (1,59 metros)
Tyrone Bogues sorprendió al mundo entero cuando se presentó en España en el verano de 1986. Con su 1,59 m nadie se podía creer que ese menudo chaval pudiera disputar un Mundobasket, y no con una selección de segunda fila, sino con nada menos que Estados Unidos. Como contrapunto a Bogues, los norteamericanos contaban con un prometedor marine de 2,16 cuyo nombre sonaría en el futuro: un tal David Robinson.
Muggsy Bogues asombró desde el primer partido contra Costa de Marfil (“Gustó, sobre todo el base Tyrone bogues, 1,59 m de estatura, que llevó a sus compañeros a otra galaxia en cuanto salió a la pista”, se podía leer en la crónica de El Mundo Deportivo), destacando su visión de juego, su velocidad y su pegajosa defensa. Su pequeña estatura lo convertía en un continuo incordio para el rival y le permitía robar muchos balones. Pero fue, ya en la segunda fase, la defensa ejercida sobre Drazen Petrovic, al que dejó en sólo 12 puntos (Drazen terminó el campeonato con 25 puntos de media), la que terminó de encumbrarlo.
Estados Unidos terminó ganando aquel Mundobasket, con Bogues como pieza clave, derrotando a la Unión Soviética en la final de Madrid (hay una foto deliciosa de ese partido: Bogues dejando una bandeja ante Sabonis). Un año después, el base fue seleccionado en el 12º puesto de la primera ronda del draft por Washington Bullets. Allí se encontró con Manute Bol, el jugador más alto de la NBA (2,31 m), con el que formó una insólita pareja, el enano y el gigante, que la franquicia explotó publicitariamente. Un año más tarde fichó por Charlotte Hornets, un equipo recién incorporado a la liga. En Charlotte Bogues vivió los mejores años de su carrera, convirtiéndose en el base titular de un modesto equipo que fue creciendo con las incorporaciones de Larry Johnson y Alonzo Mourning. Entre sus hitos figuran haber puesto un tapón a Patrick Ewing y haber participado en la película Space Jam, junto a Bugs Bunny y Michael Jordan.
Nate Robinson (1,75 metros)
20 años después de la victoria de Spud Webb en el concurso de mates, volvía a aparecer en la nómina de participantes un jugador de similares características. Sólo cinco centímetros más alto que Webb, el rookie de los Knicks Nate Robinson se presentó en Houston, en 2006, dispuesto a imitar al exjugador de los Hawks. Para ello, debió de pensar, nada mejor que solicitar la ayuda del maestro. En uno de los saltos, Spud Webb apareció en la pista y se colocó en el interior de la zona con el balón en las manos. Robinson saltó por encima de él y recogió el balón que Webb había estrellado contra el suelo, hundiéndolo con una mano en la canasta. El espectacular mate le valió a Robinson la máxima puntuación y, aunque no fue el decisivo, ahí se gestó su victoria.
Robinson volvió a vencer en las ediciones de 2009 y 2010, convirtiéndose en el primer hombre en lograr el triplete en el concurso de mates. Su tapón al gigante chino Yao Ming es carne de highlights y vídeos en youtube. Actualmente juega en Denver Nuggets, con el 10 a la espalda como homenaje a su ídolo Leo Messi.
Quique Azcón (1,67 metros)
Salvando las evidentes distancias, se podría considerar a Azcón como el Muggsy Bogues español. El catalán es 8 centímetros más alto que Bogues, pero nadie más bajo que él ha pisado nunca una cancha ACB.
Azcón, surgido de la cantera del Joventut, desarrolló su carrera, fundamentalmente, en la segunda división del baloncesto español, lo que entonces (finales de los 80 y principios de los 90) se denominaba Primera B, y más tarde Primera a secas. Ascendió a la ACB en 1990, con el Juver Murcia. La siguiente sería su única temporada completa en la máxima categoría, como suplente de Jordi Soler en el equipo murciano. Después regresó a la segunda división para jugar en el Obradoiro, aunque volvió a la ACB en 1994, con un contrato temporal de 20 días en el Tau, para sustituir al lesionado Pablo Laso. Jugó tres partidos. Recientemente, Azcón ha vuelto a la actualidad como protagonista de la campaña Basket Lover de la ACB.
Keith Jennings (1,70 metros)
Estaba a punto de arrancar la temporada 1995/96 y a Pepu Hernández se le lesionaron los dos bases, Nacho Azofra y Gonzalo Martínez. El Estudiantes peinó entonces el mercado, en busca de un recambio temporal y se fijó en Keith Jennings, un pequeñito base estadounidense que había jugado durante las tres últimas temporadas como reserva en Golden State Warriors.
Llegó como parche con fecha de caducidad, pero su rendimiento fue tan bueno que, transcurrido el mes acordado, y una vez recuperado Azofra, el club estudiantil le amplió el contrato para el resto de la temporada. “Ahora la Liga puede estar a nuestro alcance”, llego a afirmar Alberto Herreros, capitán estudiantil entonces, entusiasmado con la ampliación del compromiso. Pero sucedió lo que pasa a veces en estos casos: el rendimiento de Jennings durante el resto del año no estuvo a la altura de sus sobresalientes primeros partidos. El pronóstico de Herreros no se cumplió y Estudiantes cayó ante el Barcelona en semifinales. Los escasos 9 minutos de Jennings en el partido decisivo de la serie son indicativos de su pérdida de protagonismo a lo largo del año. Terminada la temporada dejó el Estudiantes, emprendiendo una carrera de trotamundos: vuelta a la NBA (Denver Nuggets), Francia, Turquía, Rusia… En 1999 regresó a la ACB, para dirigir al Real Madrid de Scariolo, pero fue cortado nada más iniciarse la temporada, tras satisfacer el club el sueño húmedo del entrenador italiano: el fichaje de Shasha Djorjevic.
Terrell McIntyre (1,75 metros)
En un baloncesto cada vez más físico, cuesta encontrar en los últimos años jugadores que se hagan hueco en la élite con menos de 1,80 m. Sin embargo, uno de los bases dominadores en Europa durante la pasada década solamente medía 1,75.
McIntyre llegó a Siena en 2006, cuando ya tenía 28 años, procedente del Reggio Emilia. Antes había jugado en Alemania y Francia, país al que llegó en 1999, frustrado por no haber sido elegido en el draft. Pero fue en el Montepaschi donde el base destapó su mejor baloncesto. Con él al mando, el equipo ganó 3 Legas y participó en la Final Four de 2008. Fue elegido dos años consecutivos (2008 y 2009) en el quinteto ideal de la Euroliga. Teniendo en cuenta que en ambas ocasiones el segundo en la votación fue Papaloukas, la cosa tiene merito.
McIntyre tuvo un breve paso por el Unicaja, donde no brilló, aquejado de problemas físicos, aunque dejó un triple para la historia, sobre la bocina, en un increíble final de partido contra el Real Madrid. En 2011 las lesiones le hicieron abandonar el baloncesto.
Earl Boykins (1,65 metros)
El testigo de Muggsy Bogues y Spud Webb fue recogido en el siglo XXI por Earl Boykins. Si el mérito de McIntyre de afianzarse en el baloncesto actual es enorme, no lo es menos el de Boykins, diez centímetros más bajo, que terminó labrándose una carrera en la NBA a pesar de sufrir el revés de no ser seleccionado en el draft de 1998. Quizás sus 1,65 metros ejercieran de elemento disuasorio para que ninguna franquicia de la NBA se animara a pescarlo. No obstante, Boykins desafió los prejuicios y, tras pasar por la CBA, jugó en cinco equipos antes de afianzarse como el sexto hombre de los Denver Nuggets, donde jugó sus mejores años a mitad de la década pasada. También jugó un año en Italia, con la camiseta del Virtus Bolonia.
Boykins es el segundo jugador más bajo que ha pisado una cancha de la NBA, solamente superado por Bogues.
Foto | nba.com
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