Conducir una Vespa es montar un pedazo de historia
Me he permitido tomar una frase que publicó uno de los lectores de Motorpasión Moto cuando publiqué una serie de artículos sobre la historia de la Vespa. Y es que aquel curioso artefacto que estaba diseñado para motorizar la Italia de la posguerra ha acabado por convertirse en un icono del siglo XX que ha llegado hasta nuestros días y sigue interesando a la gente casi como aquel día de 1946 en el que se pusieron a la venta las primeras 50 unidades de la Vespa.
Vamos a intentar resumir la historia de la Vespa.
En 1944, a punto de acabar la Segunda Guerra Mundial, Enrico Piaggio convocó una reunión de directivos de su empresa para intentar decidir a que se iban a dedicar una vez que la paz volviera a Italia. De aquella reunión salió el encargo de perfeccionar el Papperino diseñado por Spolti unos años antes. El encargado de ese desafío era Corradino d’Ascanio, un ingeniero aeronáutico que pensaba que las motos eran una especie de invento del diablo. Él apostaba por los aviones y los coches como transporte cómodo y fiable. D’Ascanio aplicó todos sus conocimientos aeronáuticos al diseño y, cuenta la leyenda que, cuando mostró el prototipo MP6 al Sr. Piaggio, este dijo que le gustaba y que le recordaba a una Avispa (Vespa en italiano). Acababa de nacer el mito.
En 1956 se fabricaron las primeras 50 unidades de las cuales se vendieron 48 casi inmediatamente. La siguiente “hornada” consistió en 2.800 unidades que se vendieron por todo el país. Quizá el producto no era excepcional, pero la estrategia de ventas era muy agresiva, permitiendo comprar a crédito en un momento que la economía estaba muy deprimida. Así floreció de nuevo el imperio Piaggio. En 1953 se habían fabricado 500.000 Vespa en todo el mundo y en 1956, diez años después de la primera Vespa, se fabricó la unidad 1.000.000.
Otro de los éxitos de Piaggio fue situar su producto en películas como Vacaciones en Roma. Donde una jovencísima Audrey Hepburn y Gregory Peck recorrían las calles de la capital italiana. Para la época era muy extraño que los actores se subieran en una moto y mucho más extraño que circulasen con ella en medio del tráfico real. Pero Luciano Emmer, el director de la segunda unidad, se saltó a la torera todas las prohibiciones y filmó algunas de las escenas más famosas de la historia del cine. Así el público podía apreciar la facilidad de conducción de la Vespa, que lo mismo valía para ir al trabajo que para pasear por la ciudad con la novia. El “product placement” funcionó a la perfección.
Pero todo esto no habría servido de nada si la Vespa no hubiese evolucionado conjuntamente con la sociedad. El vehículo, que en un principio se pensó como un medio de transporte sencillo y asequible, se transformó también en un vehículo para el ocio y sus clientes fueron cada vez más jóvenes. El principal cambio fue dejar de pintar las motos con colores grises y apagados y empezar a pintarlas de colores vivos. Seguía siendo el mismo producto, pero mucho más vivaz y divertido. A esto se sumó la aparición de la Vespa 50, una versión un poco más pequeña de tamaño y cilindrada que se podía conducir sin carnet.
La Vespa incluso contaba con un rival en el mismo segmento. Estamos hablando de la Lambretta, otro Scooter italiano que apareció en la posguerra y que se posicionó frente a la Vespa. Disputándose ambas la clientela, a pesar de que cada una ofrecía soluciones técnicas diferentes y el producto final era muy similar. Entre ambas motorizaron a los Mod, un movimiento juvenil que apareció en Europa y que convirtió sus Scooter (Vespa y Lambretta) en auténticos objetos de culto, junto con la música y una puesta en escena que exigía ir perfectamente vestido aún sobre el Scooter.
Y es que el asociacionismo (de manera formal o no) siempre ha estado unido a la historia de la Vespa. El primer Vespa Club apareció en 1949 y desde 1959 se celebran reuniones internacionales denominadas Euro-Vespa. Con todo esto pasaron las décadas de los sesenta y setenta. Y la Vespa seguía vendiéndose más o menos igual. Durante todos estos años las campañas publicitarias fueron evolucionando junto con la sociedad a la que iban destinadas. Pero la imagen de la Vespa ha permanecido prácticamente inalterada desde el principio. Tanto que cualquier persona es capaz de identificarla entre otras muchas motos con un simple vistazo. Incluso hay quién llama Vespa a cualquier Scooter, por muy moderno que sea y su línea difiera del original.
A pesar de la llegada del siglo XXI y tras algunas remodelaciones más radicales en su línea (y en su mecánica) la Vespa sigue conservando el espíritu de aquella extraña moto, diseñada por alguien a quién no le gustaban las motos y que en un principio venía a solucionar los problemas de movilidad de un país devastado por la guerra.
En la actualidad la Vespa es un Scooter que tiene que competir con muchísimos más rivales que cuando fue diseñada. Con mecánicas mucho más potentes y modernas que ofrecen más prestaciones y mayor comodidad. Pero todavía existe gente que se resiste a perder aquella esencia de una moto con marchas en el puño, motores de dos tiempos y poca potencia, ruedas pequeñas, y algún que otro inconveniente más si la comparamos con un Scooter actual. Será la línea del diseño, será el sabor o la aureola de vehículo clásico que la rodea, pero la Vespa sigue en la calle tras casi setenta años de su nacimiento. Pocas marcas pueden presumir de tanta longevidad y aún menos marcas pueden presumir de ser tan fieles al diseño original.
En Motorpasión Moto | Historia de la Vespa 1, 2 y 3
Fotos vía | Wikimedia 1, 2, 3 y 4; Flickr; Piaggio Press
En 1001 Experiencias | Cine y motos, tres películas imprescindibles para entender el espíritu motero
En 1001 Experiencias | Café Racer, una manera de vivir la moto
COMENTARIOS
0