Tras un puñado de films poco conocidos y algunas series de televisión, Brad Pitt llama la atención en una de las mejores películas de Ridley Scott, ‘Thelma & Louise’ (id, 1991) como el tio buenorro que seducía a Thelma para después dejarla sin blanca. Con ese joven bastardo el actor se ganaba las simpatías del público, algo de lo que se aprovecharía a lo largo de su carrera. Conocedor de su carisma, limitado pero efectivo, Pitt en realidad nunca ha dejado de satisfacer al espectador sin conocer apenas el riesgo. Personajes perfectamente calculados para gustar y un sabio lucimiento ante la cámara.

Así lo demuestran sus siguientes roles, el alter ego de Robert Redford en una película sobre un río, un par de criminales y hasta un chupasangre, demostrando que se atreve con personajes variopintos, eso sí, sin dejar la simpatía y el buen rollo de lado. Mediados de los noventa es el estrellato definitivo, y el Tristán de un western melancólico o el policía que lucha contra el asesino de los siete pecados capitales marcan la carrera del actor que decide arriesgar un pelín en una distopía de Terry Gilliam quien le brinda su primera nominación al Oscar como actor, patina en algún innecesario remake y toca el cielo de los films de culto con ‘El club de la lucha’, donde curiosamente Edward Norton se lo come vivo. Eso sí, Pitt sigue triunfando en caer bien, aunque sea a base de hostias, al igual que haciendo de gitano cachondo al que apenas se le entiende.

El nuevo milenio lo empieza derrochando simpatía como miembro de la banda de ladrones más cachonda de todos los tiempos y en ‘Troya’ le viene bien eliminar a Eric Bana a mitad de película antes de que aquel la robe por completo. El mítico Jesse James y Benjamin Button causan furor, y con su sola presencia es capaz de convertir en éxito de taquilla por estos lares un peñazo del calibre de ‘El árbol de la vida’. En esta nueva etapa de madurez el tío sigue molestándose en caer bien, y pronto tendremos el regreso de Pitt al blockbuster puro y duro encabezando una lucha contra hordas de zombies a nivel mundial. Entre pose y pose —el actor es muy, muy fotogénico, cualidad que no todos poseen— imagino que matará alguno.

En 1001 Experiencias | Will Smith, el príncipe de la taquilla
En 1001 Experiencias | Un verano de blockbusters, aire acondicionado y palomitas