Así se gestó la Copa de Europa
El próximo martes 18 arranca la disputa de la 58ª edición de la Liga de Campeones de la UEFA. Los mejores 32 equipos del continente emprenderán el camino que llevará a uno de ellos a levantar el 25 de mayo del próximo año, en el londinense estadio de Wembley, la preciada Copa de las orejas. Será un capítulo más de una historia que se inició la tarde del 4 de septiembre de 1955, cuando sonó el pitido inicial en el Estadio Nacional de Lisboa, con Sporting y Partizan como contendientes. Pero para llegar a ese punto tuvieron que ocurrir previamente una serie de acontecimientos. Este es el relato de cómo se gestó la competición de clubes más importante del mundo. Una historia de sueños, orgullo, esperanza, ambiciones y rivalidades.
El partido del siglo
25 de noviembre de 1953. En el monumental estadio de Wembley, ante la mirada de 110.000 espectadores, Inglaterra recibía a la selección de Hungría. El combinado inglés no había participado en los tres primeros Mundiales al haber abandonado en 1928 la FIFA debido a discrepancias entre ambas federaciones, inglesa e internacional. Reintegrada en 1946, su participación en Brasil 1950 se había saldado con una decepcionante eliminación en la primera fase, con derrotas ante España y Estados Unidos. A pesar de ello, los ingleses, orgullosos inventores del fútbol, se sentían inexpugnables en su feudo y se vanagloriaban de no haber sido derrotados aún en un partido como locales. La historia estaba a punto de dar un vuelco.
A la media hora de partido, Hungría ya ganaba por 1-4. El fútbol moderno y dinámico de los húngaros, con Puskas, Czibor y Kocsis como estrellas, desarmó completamente al más tradicional juego inglés en lo que se dio en llamar ‘el partido del siglo’. El resultado final, 3-6, resultó una estocada en el corazón del país que había parido el fútbol. Fue el final de la inocencia para muchos ingleses, que aún creían que la superioridad de su juego mostrada en los albores del siglo seguía vigente. Por si fuera poco, seis meses después Inglaterra visitó Budapest buscando revancha y recibió un humillante 7-1 como respuesta.
¡Campeones del mundo!
En Inglaterra se respiraba ansia de venganza y la oportunidad no iba a tardar en presentarse. La visita del Honved de Budapest a las islas en diciembre de 1954 para enfrentarse al Wolverhampton, campeón entonces del campeonato inglés, era una ocasión propicia. La plantilla del Honved, equipo del ejército húngaro, era la base de la selección que un año antes había humillado a los ingleses, con Puskas al frente. La revancha, por tanto, estaba servida.
La historia estaba a punto de repetirse cuando los húngaros se adelantaron con un 0-2, pero los Wolves, capitaneados por Billy Wright, dieron la vuelta al marcador, que al final de los 90 minutos mostraba un 3-2. La afrenta estaba cobrada y el orgullo, en buena parte, restañado.
Como quiera que, poco antes de la victoria ante el Honved, el Wolverhampton también había derrotado en casa al Spartak de Moscú por 4-0, el entusiasmo en la prensa inglesa se disparó y David Wynne-Morgan, periodista del Daily Mail, escribió una eufórica columna bajo el título de ‘Campeones del Mundo’.
La fascinante idea que enamoró a Bernabéu
El ardor de la prensa inglesa no fue bien recibido al sur de las islas británicas. Gabriel Hanot, asistente al encuentro entre Wolves y Honved enviado por el diario deportivo francés L’Equipe, escribió un artículo en respuesta al Daily Mail con un titular tajante: ‘¡No, el Wolverhampton no es todavía “campeón del mundo de clubes”!’. En el texto Hanot refutaba que el equipo inglés pudiera ser considerado como el mejor del mundo por haber logrado solamente un par de victorias en casa y señalaba que para obtener tal distinción tendría que visitar Budapest y Moscú, además de enfrentarse a otros grandes clubes como Real Madrid o Milan. Para terminar, lanzaba la idea de un Campeonato del Mundo de clubes o, al menos, un Campeonato de Europa, una idea “más original -según sus propias palabras- que un Campeonato de Europa de equipos nacionales”, proyecto que entonces planeaba la UEFA.
El propósito de Hanot fue muy bien recibido en el seno de su diario, L’Equipe, que pronto inició las gestiones para ponerlo en marcha, contactando con los dirigentes de los grandes clubes de Europa. Uno de los más ilusionados fue el madridista Santiago Bernabéu, entusiasmado por mostrar al mundo el potente equipo que había formado, con Di Stefano a la cabeza, y por dar uso al recién remodelado estadio, ampliado para acoger a 125.000 personas. Los días 2 y 3 de abril se reunieron en el Hotel Ambasador parisino quince representantes de los mejores clubes del continente, con Jacques Goddet, director de L’Equipe, ejerciendo de presidente. De aquellas fructíferas conversaciones salió perfilada la competición. Se redactaron los estatutos y el reglamento y fue nombrado el Comité Organizador Ejecutivo. La Copa de Europa ya estaba en marcha.
Quedaba el escollo de la UEFA, que, empeñada en su idea de una Eurocopa de selecciones, se desmarcaba del proyecto lanzado por L’Equipe. Sin embargo, ante la implicación de prácticamente todos los grandes clubes europeos, la UEFA cedió finalmente y se hizo cargo de la organización del torneo. Sólo faltaba que el balón echara a rodar.
Un sueño hecho realidad
Y lo hizo por vez primera el 4 de septiembre de 1955, en el Estadio Nacional de la capital portuguesa, donde se enfrentaron Sporting de Lisboa y Partizan de Belgrado, con resultado de empate a 3. A los 14 minutos de partido, el portugués Joao Baptista Martins marcaba el primer gol en la historia de la Copa de Europa. El sueño se había hecho realidad.
Los 16 campeones de las Ligas más potentes del continente (excepción hecha de Inglaterra, que declinó participar) disputaron esa primera edición, con eliminatorias a doble partido. No existían fechas fijas para disputar cada choque, aunque sí unos plazos marcados, y se intentaba jugar aprovechando días festivos entre semana. Real Madrid y Stade Reims alcanzaron la final, donde el equipo español se impuso por 4-3, inaugurando un idilio entre el club y la competición que se prolongaría durante unos cuantos años.
La audaz idea de un periodista francés, acogida con entusiasmo por unos cuantos mandatarios de clubes europeos y adoptada, en el último momento, por la UEFA, había al fin cristalizado. Difícilmente podía sospechar ninguno de los implicados que aquella modesta competición, disputada a salto de mata, buscando huecos libres en el calendario, sin apenas presencia televisiva, se iba a convertir con el tiempo en el mastodóntico monstruo que es hoy en día. Muchas cosas han cambiado de aquella Copa de Europa a la actual Champions, pero la idea originaria de Hanot se mantiene intacta: dilucidar cuál es, año tras año, el mejor equipo de Europa.
En 1001 Experiencias | Real Madrid – Barcelona: el nacimiento de una rivalidad
En 1001 Experiencias | La Liga de Valdano, Amavisca y Zamorano
COMENTARIOS
2