Experiencias inolvidables

Visitando el parque cerrado de la Africa Eco Race en Dakhla, Marruecos

El día 2 de enero de 2013 lllegamos a Dakhla, en el Sahara Occidental, a mediodía. Tiempo justo para instalarnos en el camping, pegarnos un baño en el Atlántico, ir a comer a la ciudad y descansar un poco. Mientras tomamos un café en una terraza del paseo marítimo oímos el sonido de un motor de competición. Todos los presentes empezamos a buscar el causante alrededor nuestro, y aparece ante nosotros al poco tiempo: un flamante coche de rallys que da media vuelta enfrente nuestro. En su capó, entre cientos de logos, su número de participante en la Africa Eco Race. Todos nos miramos… ¡Ya tenemos plan para esta tarde de descanso!

La Africa Eco Race

Esta competición oficial es uno de los rallys que ha nacido a raíz de la marcha a sudamérica del Dakar oficial. Desde 2010 lleva celebrándose en las mismas fechas, aproximadamente, que el célebre Dakar, pero discurriendo por el trazado clásico de ésta competicion: la costa noroeste africana, finalizando (como no puede ser de otra manera) en Dakar.

Es una carrera que, además, hace especial hincapié en el desarrollo de proyectos de sostenibilidad por allí donde pasa, de ahí su apelativo de Eco. Entre sus promotores y organizadores está Salvador Servià, veterano piloto de rallys y raids de nuestro país.

En busca del parque cerrado

Salimos de Dakhla por la única carretera de acceso que cruza, de norte a sur, la península de Río de Oro. A ambos lados, arena y mar: el Atlántico, algunas casas puntuales, campings e invernaderos enormes son lo único que existe en los márgenes de esta carretera. Pasamos nuestro camping de largo y seguimos adelante, buscando el parque cerrado de la carrera. Finalmente lo encontramos, a escasos centenares de metros de donde estamos acampados. Aparcamos los coches y nos dirigimos hacia el campamento de la carrera. No hay barreras ni control de acceso, así que entramos sin problemas.

¿Cómo es un campamento de un rally como éste?

Lo primero que nos sorprende es la enorme logística que un rally de este tipo conlleva. Cada día montan y desmontan todo el campamento sin apenas dejar rastro. Tres grandes jaimas forman el corazón del parque cerrado, perfectamente enmoquetadas y amuebladas para el descanso de los participantes. En una de ellas se está cociendo una gran fiesta, pues hay música, bafles, DJ y pantallas.

Alrededor de estas jaimas hay algunas carpas con servicios varios: duchas y lavabos de campaña (individuales, con paredes de plástico para mantener la privacidad), la enfermería, la carpa de staff y organización, zona de prensa con algunas facilidades para trabajar (mesas, sillas, etc), zona de catering, y algunos servicios ás. En un extremo del campamento están aparcados los cuatro helicópteros de asistencia que moviliza la carrera, y justo en el extremo opuesto, en medio de la enorme explanada donde se halla el parque cerrado, está la entrada al campamento, compuesta de dos banderolas de la carrera y un puesto de control. Una puerta en el campo, como quien dice.

Los camiones y coches de asistencia de los equipos van llegando poco a poco y se instalan, al parecer, de manera aleatoria a lo ancho y largo del campamento. Lo preparan todo y, a medida que van llegando los participantes, empieza el duro trabajo para el resto del equipo: ajustes mecánicos, arreglos, revisiones… El movimiento no para. Son las seis de la tarde y aún van llegando tanto coches, motos, quads y camiones de participantes como camiones y vehículos de asistencia. Unas veces llegan los pilotos antes, otras veces las asistencias. Todo va a salto de mata, se trata de tirar, tirar, tirar y no parar nunca.

Charlando con los participantes

Como que estamos de viaje formando parte del Dakar Desert Challenge, un raid no competitivo de origen portugués que va desde Coruche (Portugal) a Dakar, y como que hemos venido de visita con nuestros compañeros de viaje del equipo Os Desertoires, vamos a visitar a los pilotos portugueses en la competición. Porque, para más inri, no hay pilotos compatriotas (o eso nos aseguran).

Paulo Ferreira y Jorge Monteiro acaban de llegar con su Nissan y están descansando. Mientras los mecánicos ajustan y revisan el coche, charlamos un rato sobre la competición. Van mejorando en la general y esperan poder apretar a fondo en las próximas etapas, aunque la dureza de Mauritania es por todos conocida. Nos dejan chafardear el interior de su máquina, y nos comentan algunos detalles como el kit de primeros auxilios mecánicos que lleva el copiloto el la puerta: llaves inglesas, martillos y otras herramientas para salir del paso en medio de la nada. Uno de los miembros del equipo nos pregunta con qué coche venimos y, al comentarle que uno de nuestros vehículos es un Suzuki Santana SJ410, nos pregunta si participamos en la categoría de clásicos. ¡Ojalá! Le aclaramos la confusión y le explicamos que estamos de viaje, no de competición, y además estamos en modo low-cost. Pero el Santana es divertidísimo. Está de acuerdo.

Acto seguido vamos a visitar a la piloto portuguesa del camión Man, Elisabet Jacinto. Es la sensación del momento pues va segunda en la categoría de camiones, y todo apunta a que se erigirá líder en las próximas etapas. Cuando llegamos a su zona en el parque cerrado ella está plantando las tiendas para dormir de varios miembros del equipo. En este tipo de rallys todo el mundo hace de todo, y antes de la merecida ducha, Elisabet acaba de plantar campamento y nos atiende. Charlamos también un rato con ella y nos hacemos fotos. La dejamos libre para que pueda descansar.

Seguimos la ruta paseando entre otros coches, motos y camiones de la Africa Eco Race. En un rincón del campamento están los clásicos, donde vemos un Porsche 911 recién llegado junto a su asistencia, una furgoneta. En este tipo de rallys conviven grandes presupuestos, como los de las marcas Kamaz, Man o KTM, junto a aficionados dedicados que participan con sus propios medios, como es el caso de éste clásico y la mayoría de participantes de su categoría. Las grandes marcas invierten y disponen de buenos camiones de asistencia, mucho personal y muchos cuidados en las formas (limpieza, orden, organización, etc). Los pequeños presupuestos agudizan el ingenio y sobreviven con mucho esfuerzo y con mucho amor por la aventura.

Hora de irse

Cuatro fotos más y ponemos punto y final a esta visita improvisada al campamento de la África Eco Race. El sol ya se ha ocultado tras el horizonte y el campamento despliega todo su esplendor con las luces y los focos. Ha crecido bastante en un par de horas, pues han ido llegando todos los participantes. Se respira ambiente festivo y descansado, las jaimas están llenas de actividad y los mecánicos revisan las máquinas con dedicación. Unos se duchan, otros cenan, otros están descansando en las jaimas, la música no para mientras otros redactan notas de prensa y los pilotos de los helicópteros les pasan un trapo a sus máquinas.

Nosotros nos vamos hacia el camping y les dejamos allí, con su trajín, que no cesará hasta el día siguiente, de buena mañana, cuando literalmente desaparezcan del mapa para seguir su rumbo y nosotros, ya desayunados, no seamos capaces de encontrar ni un sólo rastro del parque cerrado mientras pasamos al lado del sitio donde hace apenas unas horas la actividad no paraba ni un segundo. Así son estas carreras: fugaces, nómadas, volátiles, frenéticas. Y nosotros, al igual que ellos, debemos seguir, pues nuestro destino es el suyo también: Dakar.

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Comentarios

  1. Comentario by Carlos - abril 01, 2013 10:56 pm

    Excelente crónica … un abrazo!

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  2. Comentario by Triball, el soho madrileño - agosto 02, 2013 09:00 am

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