Una semana en el Liberty of The Seas, una ciudad flotante
El hombre frente al mar. Una lucha de proporciones épicas que lleva repitiéndose desde hace siglos y más siglos. Hemos tenido que agudizar el ingenio para superar adversidades, inventar máquinas para surcarlo, estudiarlo… y sin embargo puede seguir ganando la batalla en cualquier momento.
Pero amigos, las cosas van cambiando poco a poco y por fortuna no es lo mismo enfrentarse al mar a bordo de una goleta fabricada en madera que en el crucero más grande y lujoso que cruza Europa a día de hoy. Bienvenido al Liberty of the Seas, un auténtico mastodonte que se mueve por el calmado Mar Mediterráneo y que nos invita a recorrer diversos puntos de España, Francia e Italia. Es tan impresionante que puede que no queráis bajar a tierra, a nosotros nos pasó. Pero empecemos poco a poco.
Dani Candil, diseñador gráfico de profesión y editor de VidaExtra desde hace años ha conseguido unir dos de sus pasiones. Los viajes y los videojuegos. Gracias a su labor como editor ha podido viajar a diversos países del mundo para cubrir eventos y entrevistar a personalidades destacadas del sector.
Buscábamos unas vacaciones diferentes, no nos apetecía coger avión, planear rutas o, en definitiva, trabajar preparándolas. Había sido un año durísimo y caramba, ya que tienes vacaciones pues intentas hacer lo mínimo posible. Como la opción de quedarnos en casa tirados en el sofá durante tres semanas no parecía muy saludable decidimos buscar alternativas.
Y un día, no se aún cómo, se nos encendió la bombilla. Vivimos en Barcelona, una ciudad costera, ¿y si miramos un crucero que salga desde aquí?
Después de mirar durante unos días apareció ante nosotros un pedazo de mastodonte que dejaba en ridículo al resto de barcos y caímos rápidamente en la tentación. Si vas a hacer un crucero en tu vida mejor que sea algo a recordar para siempre.
Hablemos del barco
El Liberty of the Seas ha sido durante unos años el crucero más grande del mundo. Así, tal cual. Superando en muchísimo al Titanic y muy por encima de otros grandes cruceros de su misma clase. Y desde hace unas pocas temporadas veraniegas es normal encontrarlo fondeado en Barcelona esperando a iniciar su recorrido por el mediterráneo.
Lo primero que piensas al verlo, después de haber pasado por delante de otros barcos fondeados a su lado, es que es impresionante. Más alto que los demás, mucho más, lleno de cubiertas, ventanales, terrazas, personas paseando por cubierta… estás a punto de entrar en la Enterprise de los barcos. Una ciudad flotante pensada y diseñada para ofrecerte algo a tu gusto, sea el que sea.
Y cuando digo ciudad lo digo con todo lo que conlleva. Pensad que la principal atracción del barco es su Promenade. Dicho de otro modo, una auténtica calle repleta de bares, terracitas, farolas, cafés y tiendas que lo recorre de punta a punta. Decirlo es fácil, pero cuando estás allí dentro y entiendes que aquello tiene la misma longitud que una calle de tu barrio te das cuenta de la magnitud del asunto.
La Promenade se convertirá en el escenario principal de muchas de las cosas que suceden en el barco. Fiestas, bailes, recepción con el capitán, horas del almuerzo, comida entre horas, desfiles… pero hay más, mucho más.
Estoy hablando de 14 cubiertas (plantas) repletas de atracciones diseñadas para que pierdas el tiempo y el dinero en cada una de ellas. Teatros, cine, sala de actos, biblioteca, infinidad de comedores, restaurantes, discotecas, casinos, sala de videojuegos, hamburguesería años cincuenta, pista de atletismo, rocódromo, simulador de surf, pista de baloncesto, un montón de piscinas, jacuzzis, jacuzzis colgantes sobre el mar, espectáculos acuáticos, buffets libres con comidas del mundo, spa, masajes… realmente llegará un punto en el que bajar del barco sea lo que menos te apetece pero caramba, has pagado por ir a visitar una serie de ciudades así que tendrás que hacer de tripas corazón y abandonar la nave.
Y es que las más de 1.300 personas de tripulación están ahí para hacerte la vida fácil, atender tus deseos y que te preocupes de más bien poco. Has ido a divertirte, dejarte llevar y a ponerte como una gamba retozando bajo el sol durante el día, como un ternerno comiendo a todas horas lo que te venga en gana, como una cuba con esos mojitos que te llaman sin parar desde la barra y como un energúmeno cada vez que una familia con ochocientos críos decide hacerte la vida imposible gritando e interrumpiendo tu tranquilidad zen.
Por suerte el barco es tan inmenso y tiene tantos recovecos en los que perderte que siempre acabas encontrando un remanso de paz desde el que disfrutar una bella puesta de sol en medio del mar. Y creedme, hay pocas cosas más bonitas que estar en la proa de un gigante así, navegando hacia la nada mientras ves cómo el sol se va perdiendo por el horizonte.
El día a día en una ciudad flotante
Si decides no bajar a tierra (el barco amanece cada día en una ciudad diferente) puedes quedarte a bordo y disfrutar de las actividades preparadas o ir sencillamente a tu bola. Nosotros elegimos esta segunda opción pero es bastante alucinante ver cómo durante las 24 horas del día se están haciendo cosas en el barco.
En la agenda diaria puedes enterarte de concursos, fiestas, actividades, clases, talleres, pases de películas, obras de teatro y mil movidas más diseñadas para que conozcas al resto del pasaje y confraternices con los demás pasajeros. Está bien si lo que buscas es eso, pero si prefieres ir más a tu rollo puedes acabarte montando un perfecto día en el paraíso.
Os voy a contar uno de los que vivimos.
Desayuno en la habitación, desde nuestra terraza abierta al mar. Paseo por el barco. Piscina y sesión de Jacuzzi flotante mientras te ofrecen piezas de fruta fresca y zumos. Comida en el Windjammer (un gran comedor que ofrece todo tipo de comidas del mundo y nuestro lugar preferido al estar diseñado para gente joven y no tener código de vestimenta). Siesta. Tarde en la pista de hielo. Espectáculo de magia. Compras por la Promenade. Cena en el comedor principal (en plan Titanic, con decoración rococó y todo). Cine y discoteca hasta las tantas de la noche.
¿No parece un buen plan? Lo es si quieres desconectar de todo y abandonarte a la vida fácil. Pero son vacaciones, ¿no? Además, no tienes que hacerlo todos los días ya que siempre tienes la opción de bajar a tierra y conocer la ciudad en la que te encuentras.
Es el crucero más grande que navega por Europa y está diseñado para que no lo abandones durante una semana entera. Puede que los cruceros no sean lo vuestro, puede que os agobien y puede que penséis que un espacio cerrado por muy grande que sea se acabaría haciendo pequeño. Puede ser, pero conocer una maravilla de la ingeniería como está no lo podéis dejar pasar.
Si eres blogger vas a sufrir
Eso sí, no todo podía ser bueno y es que los bloggers sufrimos ante una experiencia como esta. La conexión a internet es escasa, los móviles y dispositivos 3G a duras penas cogen cobertura durante un viaje así. ¿Y el barco no tiene internet a disposición de los usuarios? Sí, efectivamente. Puedes comprar un bono de tiempo pagando sesenta euros por una hora. ¿Alguien se anima?
Yo preferí encontrarme más de 250 e-mails sin leer al volver de mi semana en el Liberty of the Seas. Al fin y al cabo, estaba de vacaciones ¿no?
En 1001 Experiencias | Dormí a los pies de la gran duna del desierto de Erg Chebbi
En 1001 Experiencias | El Golden Circle en Islandia. El hombre y la naturaleza cara a cara
COMENTARIOS
6