Si vas a Riviera Maya, hay sitios turísticos que nadie debe perderse, como la ciudad de Chichén Itzá, Tulum o Cobá. Nosotros queríamos turismo, pero también algo de aventura, así que fuimos a Xel-Há, considerado como el mayor acuario natural del mundo. Al principio estaba preocupado, porque los comerciales te venden Xel-Há como una especie de parque acuático natural y, aunque no deja de ser cierto, es una maravillosa experiencia que jamás podremos olvidar.

Toda la península del Yucatán está llena de ríos subterráneos, y la desembocadura del río Xel-Há es una impresionante caleta en la que sus frías aguas se unen a las del cálido Mar Caribe, lo que lo convierte en un ecosistema único en el que conviven al menos 70 especies marinas y de agua dulce, entre peces de colores, tortugas, mantas-rayas, manatíes… Todos los visitantes pueden bucear libremente en la laguna… ¡No podíamos dejar pasar algo así!

Snorkel en un ecosistema único

Al llegar nos dan el equipo de snorkel, con gafas, tubo, aletas y chaleco salvavidas. Subes al inicio del curso abierto del río, te colocas el equipo, y te lanzas a nadar entre vegetación de tipo manglar: agua absolutamente transparente, bajo las ramas y el manto verde. Y a nadar con total libertad hacia la caleta, entre cientos de peces tropicales, de infinidad de colores, surcando a tu lado las impolutas aguas, a través de paredes casi verticales de roca.

Como las aguas del mar y del río no se mezclan inmediatamente, en la superficie es fría, pero a un metro por debajo es cálida. Esto provoca que los peces marinos naden en el fondo, y los de río más cerca de la superficie. Además se crea un curioso efecto óptico (la termoclina y la haloclina), difícil de ver en otros lugares del mundo con tanta claridad. El agua erosiona la parte sumergida de las rocas, lo que causa que las enormes paredes verticales del exterior parezcan flotar sobre la superficie.

La sensación de libertad, paz y sosiego es increíble. En pocos lugares puedes hacer snorkel con tanta tranquilidad y seguridad como en Xel-Há, hasta el punto de que hasta los más pequeños pueden disfrutar de la experiencia. Y tras el primer recorrido disfrutando de la vida acuática bajo la superficie, decimos repetir el recorrido, pero nadando sobre flotador. Así disfrutas de la belleza natural y selvática del entorno del río.

El entorno de Xel-Há es increíble

Además de la caleta, en Xel-Há puedes visitar cenotes y grutas naturales, y pagando un extra, nadar con delfines, manatíes o mantas-raya, otras experiencias únicas. Eso sí, antes de irnos decidimos que había que afrontar un salto de fe: así que subí al precipicio llamado “La Piedra del Valor”, una caída de algo más de cinco metros de altura que impresiona más de lo que parece.

Una pasarela de madera cruza el curso del río, y unos escalones tallados en la roca caliza te llevan hasta el mirador de la Piedra del Valor. Abajo, las transparentes aguas del Xel-Há te permiten ver el fondo, y los peces de incontables colores nadando. Algunos pequeños, pero otros de casi medio metro de largo.

Saltando en la Piedra de Valor

Desde la pasarela, el salto no parece tan grande. Pero una vez en el mirador, te das cuenta de lo alto que es realmente el precipicio. Hay dos formas de saltar… la primera es queriendo, la segunda es obligándote. No puedes elegir, y mi cuerpo se decantó por la segunda. Coges carrerilla y justo antes de llegar al borde se te encienden todas las alarmas: de repente ya no parece tan buena idea, y tu instinto de supervivencia te grita “¿pero qué crees que estás haciendo?”. *Saltas más cerca del precipicio* de lo que pretendías.

Pero ya es tarde para frenar, Doc, has pasado el punto de no retorno. La caída se hace eterna, y el choque con el agua extraño, por la mezcla de temperaturas del agua del Xel-Há y la que viene del Caribe. Por un momento, rompes la tranquilidad del entorno, y la barrera de la termoclina. Pero dura poco… la calma vuelve y estás rodeado de peces tropicales, después de haber volado por sólo unos instantes, mientras los sentidos vuelven a ti en oleadas.

Una día en un paraíso imposible

La experiencia de Xel-Há da para un día completo. Tardamos en realizar el recorrido por hasta la caleta unas dos horas, y en otras tres el recorrido en flotador, porque paramos en las tirolinas que te permiten recorrer varios metros en el aire antes de amerizar. Eso sí, recuerda que para mantener el frágil equilibrio en la caleta, está prohibido usar protectores solares no ecológicos.

De este paraíso imposible e irrepetible, me llevé una gran cantidad de recuerdos y sensaciones que no podrían haber experimentado en ningún otro sitio. Habíamos hecho snorkel unos meses atrás en la laguna del arrecife de coral de Isla Mauricio, en el Índico, y ni siquiera allí pudimos ver tanta concentración y variedad de fauna acuática a tan poca distancia. En definitiva, una visita en Riviera Maya que no debes perderte.

Imagen | Wikipedia (y II)
Sitio oficial | Xel-Há (y más información en Wikipedia)
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