Marc Prensky es uno de esos investigadores que molan que acuñan nuevos términos que se graban a fuego en el acervo cultural de las nuevas generaciones. Los dos conceptos que lo elevaron al paraíso de la hipertextualidad fueron “nativo digital” e “inmigrante digital”, el primero se refiere a aquellos individuos nacidos a partir de las décadas de los 80 y 90, durante la implementación de los contextos digitales, mientras que el segundo hace referencia a los nacidos antes de los 80 y no fueron criados por tanto en tales contextos, a groso modo claro. En los últimos años sus teorías se han expandido rápidamente y los medios de comunicación se han hecho eco de ellas. Hoy en día usted puede contratar al señor Prensky a través de su página web para que dé una charla o un taller en inglés, francés o español. El periódico El País ya lo trajo en 2010.

Multitarea, multimedia y otros multis son conceptos muy recurrentes a la hora de definir al nativo digital, algo muy alejado de los inmigrantes digitales, que a duras penas son capaces de encontrar el ON en la torre del ordenador. A pesar de todo hay algo casi mágico en esos inmigrantes digitales, que como si de un Juanito Valderrama virtual en la película de “El Emigrante” (1958) se tratara, se arman de valor y dejan el confort de España, en el caso de Juanito, o los medios analógicos, en el caso de los inmigrantes digitales, para adentrarse en un mundo nuevo de términos imposibles y porque no, algo coñazo cuando es explicado por nativos digitales.

Mientras que los nativos digitales son capaces de dejar constancia gráfica de su nuevo peinado en hasta siete plataformas digitales distintas con un par de giros de pulgar, el inmigrante digital aún desconoce las infames consecuencias de dar al LIKE en esa broma erótica que después aparecerá en el timeline de su perfil en Facebook. Se esconde sin embargo en el segundo caso un halo de inocencia que a duras penas se puede reconocer en los nativos digitales, cuyas vidas virtuales se han convertido en una extensión de las reales. Una mirada tierna que cuenta el valor de esos adultos por adentrarse en un universo completamente nuevo para ellos.

Sea este post por tanto un homenaje a todos aquellos emigrantes hacia las plataformas digitales que acumulan barras de tareas en el navegador por no saber cómo eliminarlas, a los que aceptan cualquier ventana emergente sin haber leído su contenido, a los que buscan en Google las posibles enfermedades que tienen, a los que piensan en turrón cuando escuchan tableta y a los que prefieren el móvil concha de Samsung a la complejidad de la pantalla táctil. Para vosotros, emigrantes a la fuerza por culpa de vuestros hijos, vecinos y demás individuos que os convencieron de la importancia de estar online, esta canción de temática migratoria.

Fotos | Benito Medela
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