El Atlético de Madrid, con el guapo subido
Sucede paulatinamente, sin que nadie se dé cuenta. De pronto, esa chica en la que casi nadie reparaba concita toda la atención. Nada parece diferente en ella (idéntico peinado, similar vestimenta, el mismo maquillaje discreto), pero parece otra: sus ojos desprenden un brillo especial, sus tacones pisan sin temor a levantar miradas y sus gestos desprenden una seguridad inédita. Algo ha cambiado. Te preguntas en qué momento exacto sucedió, pero no encuentras respuesta; sólo sabes que antes te parecía una más y ahora no te costaría caer rendido a sus pies.
Las razones de la transformación pueden ser muchas: un cambio laboral, un divorcio, el descubrimiento de la existencia de las bolas chinas, el premio gordo de la lotería de Navidad o la aparición de alguien nuevo en su vida. Quizás un morenazo engominado, de acento argentino, vestido de negro riguroso, como recién salido de una película de Scorsese.
Como esa chica, el Atlético de Madrid es otro desde la llegada de Simeone. Jugadores que antes a duras penas parecían dignos de jugar en Primera son ahora estrellas de la Liga y hasta internacionales. El equipo pierde a su mejor futbolista, a su referencia goleadora, y emerge un outsider con el que no se contaba, reclamando el papel protagonista. Todos los futbolistas parecen jugar un poco por encima de sus posibilidades. Son los mismos, pero todos parecen más guapos.
En la Liga ha irrumpido en los últimos meses una belleza inesperada. Y, claro, las dos guapas oficiales, las que acaparaban miradas lujuriosas y agasajos hasta hace apenas un par de días, la miran con recelo. Se preguntan a qué se debe la metamorfosis y si durará mucho el actual estado. Se preguntan hasta cuándo continuará ella con el guapo subido. Y, con ellos, todos nosotros.
Fotos | Atlético de Madrid
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