Desaliñados y leñadores: a mí los hombres con greñas y camisa de cuadros, por favor
Barbitas de tres días, pelo desaliñado, aspecto casual o descuidado… Hay muchas formas de referirse a ese estilo semi-vagabundo que tanto se lleva en algunos hombres en los últimos años. Es un fenómeno que se aprecia sobre todo en la población masculina más madura, como si quisieran disimular los inevitables signos de la edad detrás de matojos de pelo meticulosamente despeinados. Porque sí, algunos adquieren este estilo por vaguería o dejadez, pero en la mayoría elabora este look de forma deliberada y pensada al milímetro. Y como yo soy de esas que defienden el atractivo de estos maduritos semisucios, aquí mi oda.
Cuando la grasaza es sexy
Pensemos en John McClane. Se arrastra, se pelea, escapa de bombas, atraviesa cristales… ¡Lo raro sería que esa camiseta interior del H&M no acabase cubierta de grasaza y sangraza! Que sí, que Bruce y su calva acaban como para meterse en la cama estilo Agárralo como puedas, pero sarna con gusto…
¿Y qué me decís de Viggo Mortensen? Jamás me había llamado la atención, y en la actualidad post-Mordor me pasa un poco lo mismo, pero Aragorn tenía un nosequéquequéseyo. Creeréis que es por esas habilidades montaraces, el espadón anómalamente largo (jiji) o esa nobleza y entereza de futuro rey, pero no. El resto se tiran año y pico sin ducharse y poco a poco adquieren cualidades, pero Aragorn llega ya curtidito de antes y con pelazo, como Jaime Lannister.
Hace un tiempo leí que el cine en 4D estaba a la vuelta de la esquina. Por 4D entienden que se añade una dimensión externa a la película que completa los cinco sentidos con el tacto y el olfato. De hecho, algunos parques temáticos ya lo están explotando, yo estuve en un simulador 4D en el que surcabas el mundo en ala delta y según la localización, cambiaba la temperatura de la sala, incluso había llovizna y cambiaban los olores.
Para preservar el atractivo del macho desaliñado y grasiento es VITAL que boicoteemos el 4D. Pensad en Aragorn, en Indy o en cualquier héroe de historia de aventuras que se precie; siempre se comentan cosas como ¿y cuándo para Jack Bauer a comer o mear? ¡Eso no es nada! ¡Cuando leñes se pone desodorante! Así que no, no quiero olores en el cine. Prefiero seguir pensando que todo ese sudor, sangre y grasa ni huelen ni manchan. Pura estética.
Pon un leñador en tu vida
No tenéis cara de ver muchas comedias y dramas románticos. Tranquilos, yo os resumo un tercio de las historias de este rollo que se han hecho en Hollywood en los últimos 20 años: chica de ciudad que se ve obligada por el motivo que sea a volver a su pueblo natal o a un pueblo cualquiera donde conoce a un hombre con vaqueros, camisas de franela estampadas con cuadros, botas y, para un look completo en algunos casos, sombrero de vaquero. Mucho mejor que los estirados de ciudad.
¿Por qué nos gustan los leñadores? Porque son H O M B R E S. A las mujeres se nos da bien disimular pero en el fondo un paleto con torsaco al aire y vaqueros arreglándonos el fregadero nos resulta mucho más afrodisiaco que un tipo de negocios con cochazo. Creed lo que os digo. Además, los leñadores tienen una ventaja extra. En el caso de los desaliñados, la pose de tío duro parece que va de serie con la mugre. Mírame, no me peino ni me corto el pelo porque soy malo y te voy a hacer sufrir porque soy un lisiado emocional.
Los leñadores no tienen este inconveniente. Son duros pero no de pose. Tienen esa dureza inculcada desde que sus padres o sus amigos de la adolescencia les llamaban nenazas a la mínima de cambio y a la vez han madurado aprendiendo que un poco de sentimentalismo es necesario en esta vida; a los leñadores les enorgullece poder ir de hombre sensible tras músculos de acero, y nosotras nos dejamos engatusar tan contentas.
¿Qué? ¿Algún leñador en la sala? ¿Algún héroe de acción desgreñado? ¡Aquí se os quiere!
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