Christiania, una pequeña ciudad libre en el corazón de Copenhague
Se han cumplido ya 40 años desde el nacimiento de Christiania, un lugar tan peculiar como desconocido por tanta gente. Yo mismo reconozco que no había oído hablar nunca de este “experimento social”, como hacían llamarse al menos en un principio, hasta que visité Copenhague. ¿Y qué es Christiania? Pues un barrio situado de pleno en el corazón de la capital danesa, y a la vez apartado del mundo. Un barrio autogobernado e independiente, donde más de mil personas conviven en paz y ajenos a las normas sociales.
Llegar allí impacta. Caminas por una ciudad normal y corriente, y de repente te plantas ante una puerta, o mejor dicho letrero, que delimita la entrada. Y al atravesarla, te sumerges en un lugar completamente diferente del que procedes. Atravesar esa puerta es como meterte en una máquina del tiempo. De pronto no escuchas el tráfico ni el ruido de la muchedumbre. Sólo calma, el pasar de bicicletas, voces sosegadas, guitarras, cánticos e incluso el piar de los pájaros.
Daniel Iglesias es un joven estudiante asturiano, que como coordinador y editor de Notas de Fútbol conjuga dos de sus tres grandes aficiones: escribir y el deporte. La otra es el placer de viajar, con todo lo que conlleva. La vivencia de todo tipo de experiencias es su mayor motivación para llenar los años de vida, y no la vida de años.
Antiguamente los terrenos de Christiania pertenecían al ejército, pero este lo abandonó allá por 1971. Fue entonces cuando un grupo de jóvenes se reunieron y “tomaron” aquellos terrenos y su correspondiente cuartel para fundar una comunidad libre que todavía hoy perdura, a pesar de la multitud de batallas que han tenido que librar con políticos y fuerzas del orden.
Muchas de estas batallas vienen provocadas por la venta de drogas en el interior de Christiania. En un primer momento estuvieron permitidas, pero aquello terminó yéndose de las manos y la “legalidad” quedó limitada a las drogas blandas. En la calle Pusher puedes encontrarte plantas de marihuana por todos sitios, e incluso puestos en los que venden hachís. Seguramente este sea el principal motivo de que el hacer fotos por allí esté mal visto, y no lo que ellos argumentan de que en una foto no se refleja el espíritu del barrio. Pero en lo relativo a drogas duras, no encontrarás nada. De hecho, para evitar los problemas con la policía, son los propios vecinos de Christiania los primeros interesados en que estas no aparezcan por sus calles.
Christiania cuenta con un precioso lago rodeado de senderos en los que se sitúan los domicilios de sus habitantes. Las casas son a cada cual más singular y llamativa, con formas y colores de lo más peculiares. En ellas, puedes encontrarte gentes de todo tipo. Sin ir más lejos, yo me encontré con un anciano que estaba construyendo un barco. Y no se molestan en cerrar sus casas. No creen en la propiedad privada. En Christiania compartir es una forma de vida.
El reciclaje es una norma, y aprovechan todo tipo de cosas en apariencia inservibles. Así es que puedes encontrar bancos, sillas, o esculturas construidas con chatarras y similares. Pero aunque pueda sonar pobre, la mano de obra de estos artistas lo convierten en objetos de lo más hogareños y valiosos.
Christiania es famosa por sus “Cristianiabikes”, unas bicicletas que ellos mismos inventaron con una especie de cajón en la parte delantera, que se ha extendido por todo Copenhague con el objetivo de transportar en ella a los más pequeños de la casa. También tienen su propio sistema de correo, sus restaurantes (vegetarianos), salas con exposiciones, guardería, tiendas e incluso conciertos. Sin ir más lejos, en Christiania han actuado personajes y grupos de la talla de Bob Dylan, Alanis Morissete, Blur, Portishead, Green Day, Rage Against The Machine o Eric Clapton.
Si vas a Copenhague, no dejes escapar la oportunidad de visitar un lugar mágico. Un pequeño barrio que huye de las normas e imposiciones sociales, para vivir bajo su propio estilo. Te sentirás acogido y en paz. Podrás perderte por sus senderos rodeando el lago, enamorarte de sus casas, escuchar el silencio en pleno Copenhague. Y cuando llegue el momento de irse y vuelvas a cruzar esa especie de puerta, o marco, podrás leer su característico mensaje: “You are now entering the EU” (Estás entrando en la Unión Europea). Ellos se consideran un mundo aparte. Lo son.
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