Experiencias míticas

Once goles que pudieron cambiar la historia

El fútbol, como la vida, está lleno de momentos que pudieron haber cambiado el curso de los acontecimientos de haber tenido un desenlace diferente. Balones que por milímetros se encontraron el poste o el guante del portero, goles que pudieron ser y se quedaron en el limbo, remates que de milagro no entraron, o entraron pero no terminaron subiendo al marcador, o subieron al marcador pero terminaron bajando. De eso va este post: once goles que no fueron. Once fallos sin los cuales la historia pudo haber sido bien distinta.

Puskas contra Alemania Federal (Final Mundial 1954)

Pocas veces, quizás sólo en el célebre Maracanazo, una final de un Mundial ha tenido un favorito tan claro. A un lado, la potente Hungría de Puskas, Czibor y Kocsis, 28 partidos y cuatro años sin perder, incluyendo el humillante 3-6 a Inglaterra en Wembley en “el partido del siglo“. Al otro, Alemania, finalista sorpresa, que ya había recibido un 8-3 de los húngaros en la primera fase. Cuando a los 8 minutos Hungría ganaba ya por 2-0, todo parecía sentenciado. Pero Alemania se rehizo y logró el empate antes del minuto 20. En el segundo tiempo, el meta alemán Turek desbarató varias ocasiones magiares y el alemán Helmut Rahn marcó en el minuto 84 el 3-2. Hungría se volcó entonces y, a falta de dos minutos, Puskas recibió el balón en la frontal del área, se internó en la misma y batió a Turek de lanzamiento cruzado. Mientras los húngaros celebraban el empate camino del círculo central, el árbitro inglés William Ling invalidaba el gol por fuera de juego. Una decisión polémica que aún hoy colea.

Después de aquello, Alemania ha ganado otros dos Mundiales y tres Eurocopas. Hungría no volvió a disputar una final y es hoy un país futbolísticamente irrelevante. Aquel partido pasó a la historia como “el milagro de Berna”. En la capital suiza comenzó a fraguarse la leyenda que verbalizó Lineker 36 años después: “el fútbol es un deporte donde juegan once contra once y siempre gana Alemania”.

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Templin contra el Real Madrid (Final Copa de Europa 1956)

Disputaban Real Madrid y Stade Reims la final de la primera edición de la Copa de Europa en el Parque de los Príncipes parisino. Los franceses se habían adelantado con dos goles en los primeros minutos, pero los blancos remontaron y se llegó a la recta final del partido con empate a tres. En el minuto 79, Rial conseguía el 4-3 que parecía definitivo, pero cuando faltaban siete minutos para el final, un centro de Kopa fue rematado por el extremo francés Jean Templin. La pelota se estrelló en el larguero de la portería de Juanito Alonso. Podría haber significado el empate a cuatro y la disputa de una prórroga y quizás un nuevo partido de desempate. El Madrid ganó esa Copa de Europa y las cuatro siguientes, pero quién sabe si las cosas no hubieran sido bien distintas de haber acertado Templin con aquel disparo.

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Czibor contra el Benfica (Final Copa de Europa 1961)

El Barcelona había derrotado al Madrid en semifinales e iba lanzado hacia la sexta Copa de Europa, la primera que no iría a parar a las vitrinas del Bernabéu, pero se cruzó en su camino el Benfica de Bela Guttman. A los diez minutos del segundo tiempo los portugueses ya ganaban 3-1. El Barça tomó entonces el mando y Czibor recortó distancias en el minuto 75, con un zurdazo desde fuera del área. Quedaban 15 minutos y los culés iniciaron un ataque desbocado que concluyó en un disparo desde el punto de penalti del mismo Czibor, que se estrelló en el palo izquierdo mientras el meta Costa Pereira seguía el balón con la mirada. El Benfica ganó 3-2.

Antes del remate al poste de Czibor, ya había estrellado Kocsis un balón en la madera y otro remate de Kubala se había paseado de poste a poste. La repercusión fue tal que después de ‘la final de los palos’ la FIFA acordó sustituir los palos de sección cuadrada por los actuales cilíndricos. El Benfica repitió título al año siguiente y el Barça tendría que esperar 25 años para volver a una final y 31 para ganar la Copa de Europa que en Berna se le había escapado.

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Hugo Sánchez contra el PSV Eindhoven (Semifinales Copa de Europa 1987/88)

Como ahora la décima, la séptima Copa de Europa fue durante años una obsesión para el Real Madrid. Nunca la tuvo más cerca que en los años de la Quinta del Buitre, sobre todo en 1988, cuando, después de eliminar a Napoles, Oporto y Bayern, se encontró en semifinales al PSV de Hiddink, un equipo en teoría menor. El resultado en Madrid, 1-1, obligaba a buscar la victoria en Holanda. Pero allí el PSV se defendió bien y al Madrid el tiempo se le escapaba, atacando con más furia que orden. A cuatro minutos del final, con los blancos ya totalmente volcados, un centro de Míchel fue rematado por Hugo Sánchez con una de sus típicas chilenas. El remate, fantástico, botó en el área pequeña y fue despejado por el meta Van Breukelen. De haber entrado, hoy esa chilena estaría en la historia del fútbol y en los altares del madridismo, pero hubo que esperar diez años a Mijatovic.

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Savicevic contra el Milan (Octavos de final Copa de Europa 1988/89)

El gol de Savicevic sí entró, pero al final no valió. El árbitro lo dio por válido y durante seis minutos el marcador del Pequeño Maracaná de Belgrado lució el 1-0, pero ese gol terminó perdiéndose como lágrimas en la niebla.

Milan y Estrella Roja habían empatado a uno en San Siro. En la vuelta, Savicevic marcó a los cinco minutos de iniciarse el segundo tiempo, pero en el minuto 56 el árbitro alemán Dieter Pauly detuvo el partido debido a la espesa niebla que había caído sobre Belgrado. Ante la imposibilidad de reanudar el encuentro, Pauly decretó la suspensión. Según las normas de la UEFA, el partido tenía que volver a disputarse desde el principio, con 0-0 en el marcador. Los 56 minutos jugados no habían valido para nada; el gol de Savicevic, tampoco. El desenlace se disputó al día siguiente y el Milan aprovechó la oportunidad, batiendo al Estrella Roja en la tanda de penaltis, después de 120 minutos que terminaron 1-1.

La niebla rescató aquel día a un Milan contra las cuerdas. Después de aquella eliminatoria, el equipo de Sacchi eliminó al Werder Bremen en cuartos, cavó la fosa de la Quinta del Buitre en semifinales y ganó la primera de las dos Copas de Europa consecutivas de aquella mítica escuadra de Gullit, Van Basten, Rijkaard, Maldini y Baresi.

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Larrañaga contra el Barcelona (Cuartos de final Copa del Rey 1989/90)

Un desvío a córner de Zubizarreta a disparo de Larrañaga pudo salvar el pellejo a Cruyff en enero de 1990, cuando el Drem Team apenas era un bosquejo y estaba todo por ganar. Laudrup había batido a González minutos antes, desnivelando una eliminatoria que se decidía en la prórroga entre el runrún nervioso del Camp Nou. El Barça había sido eliminado en octavos de la Recopa por el Anderlecht y no andaba muy allá en la Liga, por lo que la situación del entrenador holandés era más que comprometida y la Copa, el clavo ardiendo al que aferrarse.

Cuando, diez días después de la victoria ante la Real, una derrota en Castalia descolgó al Barça en la lucha por el título de Liga con el Madrid de Toshack, las voces que pedían la cabeza de Cruyff arreciaron. Núñez aguantó hasta final de temporada, agarrándose al hilo de vida de la Copa, que el equipo azulgrana terminó ganando. Cruyff se libró y en Can Barça no hay día que no se celebre.

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Roberto Baggio contra Brasil (Final Mundial 1994)

Si uno tiene que jugarse un Mundial en una tanda de penaltis, confiaría el lanzamiento decisivo a la estrella del equipo, al jugador talentoso y curtido al que no le va a temblar el pulso en un momento así. Pongamos que hablamos de Roberto Baggio. Eso debió de pensar el seleccionador Arrigo Sacchi y eso debieron de pensar miles de aficionados italianos la noche del 17 de julio de 1994. Lo que pasó después mejor que lo cuente el propio Baggio: “Cuando fui hacia el punto de penalti estaba todo lo lúcido que se puede estar en esos momentos. Sabía que Taffarel se tiraba siempre, por eso decidí tirarlo al medio, a media altura, justo para que no pudiera despejarlo con los pies. Era una elección inteligente. Sin embargo, el balón, no sé cómo, se elevó tres metros y se fue arriba. He fallado pocos penaltis, pero cuando los fallaba me los paraban, no se iban a las nubes”.

Efectivamente, Baggió la mandó a las nubes y la Brasil más pragmática de la historia ganó el Mundial que perseguía desde 1970.

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Shevchenko contra el Liverpool (Final Champions 2005)

Había sido un partido de locos. En el descanso, el marcador señalaba un 3-0 y el Milan tenía prácticamente la Copa de Europa en el bolsillo. El partido dio un vuelco en el segundo tiempo, como si el campo estuviera inclinado hacia una portería. En sólo 15 minutos el Liverpool lograba igualar el marcador: 3-3. Así se llegó al final y se inició una prórroga tensa y emocionante. Con los 120 minutos prácticamente cumplidos, Shevchenko enganchó un cabezazo a bocajarro que despejó como pudo Dudek. El balón rechazado volvió al delantero ucraniano, que acertó a rematar, pero el portero polaco volvió a quitarse de encima la bola. El propio Shevchenko falló el penalti decisivo de la tanda y el Liverpool volvió a ganar la Copa de Europa después de 21 años.

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Terry contra el Manchester United (Final Champions 2008)

Pocas veces un inoportuno resbalón costó tan caro. John Terry se disponía a lanzar el último penalti de la tanda, el decisivo, después del fallo de Cristiano Ronaldo. Si marcaba, el Chelsea levantaría la Copa de Europa y todo habría valido la pena: los 120 minutos extenuantes finalizados con empate a uno, una temporada convulsa en la que Abramovich sustituyó a Mourinho por un interino Avram Grant, varios años de decepciones europeas, rozando siempre la final. Quizás con todo esto en mente, Terry, el veterano capitán del equipo londinense, se dirigió hacia el balón, cogió carrera, apoyó el pie izquierdo para golpear con el derecho y, en ese momento, resbaló en el empapado césped de una lluviosa Moscú. El lanzamiento salió fuera. El resto es historia: la tanda continuó, Anderson y Giggs marcaron, Petr Cech atajó el tiro de Anelka, Cristiano suspiró aliviado, Terry maldijo su suerte, el United ganó su tercera Champions, Avram Grant fue invitado a marcharse y el Chelsea tuvo que esperar hasta 2012 para estrenar su palmarés en la Champions.

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Camoranesi contra España (Cuartos de final Euro 2008)

La leyenda de la actual selección española, campeona mundial y doble campeona de Europa, empezó en el partido de cuartos de final contra Italia de la Euro 2008. Luego vendría la cómoda semifinal frente a la Rusia de Arshavin y la final contra Alemania, pero la verdadera prueba de fuego fue Italia. Fue ese día cuando más se sufrió y fue en ese partido cuando se derribó de una vez la maldición de los cuartos que parecía eterna. Fue Cesc, batiendo a Buffon en el lanzamiento decisivo de la tanda de penaltis, el terminar de derribar la puerta, pero antes pasaron muchas cosas. Mediada la segunda parte de un partido romo, parco en ocasiones, el gigante Luca Toni ganó un balón por alto y éste le quedó muerto a Camoranesi, que remató a bocajarro, con Casillas fuera de sitio. Cuando el gol parecía inevitable, apareció el pie izquierdo del guardameta español, en una parada propia de portero de balonmano. El propio Camoranesi resumía hace poco la importancia de aquella jugada: “Tiempo antes, en un amistoso, Casillas me tapa otro balón muy bueno con el pie. Y ese, que llega tras una centro, o un balón rebotado, remato y la vuelve a sacar. España necesitaba eso, un golpe de suerte. Ese día, tras el partido, me tocó ir al doping con Xabi Alonso y hablamos de eso, de la importancia de los pequeños detalles. Nosotros sabíamos que España tenía mucho respeto a esa Italia, y ganarnos supuso un antes y un después para ellos. Se dieron cuenta que le habían ganado a una selección importante y que eran capaces de mucho más”.

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Robben contra España (Final Mundial 2010)

Después de 82 minutos de dura pelea, Robben se encontró con el balón botando y metros de hierba por delante. Puyol se fue a por él para entorpecer su carrera, pero Robben ganó por velocidad, se internó en el área y, cuando iba a disparar, surgió de la nada la mano de Casillas, que retuvo la pelota. Era el segundo mano a mano que el portero le ganaba al extremo en la final. Lo que pasó después ya lo conocen:

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Fotos | goal.com | Perú Campeón
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Comentarios

  1. Comentario by Barbas sobre el césped - junio 18, 2013 03:17 pm

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  2. Comentario by La soledad del lanzador de penaltis: diez fallos garrafales - julio 10, 2013 11:33 am

    [...] de “tierra, trágame”. Ninguno de estos errores fue excesivamente trascendente. No se trata de jugadas decisivas para el devenir del fútbol, pero todos ellos son candidatos al premio de peor penalti de la [...]

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