Experiencias míticas

Dexter Morgan, psycho-killer mon amour

“Si quieres que un personaje caiga bien al público haz que le gusten los perros. Si quieres que el público lo ame, dale la vuelta: que sean los perros los que le quieran”. Creo que este aviso para guionistas es de Billy Wilder y lo recoge Cameron Crowe en ‘Conversaciones con Billy Wilder’, una de las mejores maneras de resarcirse de un plantón. Crowe quería que Wilder interpretara un pequeño rol en ‘Jerry Maguire’, a lo que el vienés se negó. Tras la calabaza, sin embargo, siguieron una serie de encuentros y charlas que Crowe recogió en un ensayo imprescindible… Mucho mejor que la mayoría de sus películas. O puede que fuera Ernst Lubitsch el que se lo explicase a Wilder o, quizás, fuera un recurso de otro genio de las teclas, Preston Sturges. Fuera quien fuera, la idea está clara: hay maneras y maneras para conseguir que el público quiera hasta el más extraño de los personajes. Incluso a un asesino en serie psicópata.

Si no, ¿Cómo se entiende el éxito de Dexter Morgan? Es el asesino favorito de América. El psicópata estrella de la TV. Nadie mata como él… Y la audiencia le ama. La serie, basada en una saga literaria de Jeff Lindsay de éxito relativo y temática criminal pero con giros mucho más esotéricos, es la lógica derivación de un proceso que arrancó hace décadas, el descubrimiento del filón narrativo que suponen los asesinos en serie, una mina que dio un giro a raíz de la aparición de un personaje clave: Hannibal Lecter, el psycho-killer superstar.

Hasta entonces el psicópata era el objetivo. Tras ‘El silencio de los corderos’ (1991), la oscarizada versión para el cine de la segunda novela de Thomas Harris que dirigió Jonathan Demme –curiosamente, o no tanto, director también de ‘Stop Making Sense’ de los Talking Heads, uno de mis documentales musicales de cabecera–, la cosa cambiaba: el asesino en serie es la estrella. Y no es que antes no fuera un personaje extraño o raro. Para nada. El cine ha sido generoso con esta clase de sociópatas: desde ‘M, el vampiro de Dusseldorf’(Fritz Lang, 1931) pasando por el Norman Bates de ‘Psicosis’ (Alfred Hitchcock, 1960), Scorpio, el sosías de Zodiac de ‘Harry el sucio’ (Don Siegel, 1971), el Dragón Rojo y Hannibal Lecter de Brian Cox de ‘Hunter’ (Michael Mann, 1986); el perfil sucio y verista que John McNaughton hace de Henry Lee Lucas en ‘Henry, retrato de un asesino’ (1986) o, matémoslo aquí porque la lista se nos haría eterna, el Patrick Bateman de ‘American Psycho’ (Mary Harron, 2000). Conscientemente dejo fuera de la lista los Michael Myers, Jason Voorhes y Freddy Kruegers del inframundo. Ellos, como los que he citado antes, son nuestro reverso tenebroso, nuestros terrores favoritos. Tampoco incluyo ‘Zodiac’ (David Fincher, 2007) en el mismo saco. En ella, la figura del asesino en serie pasa de ser el objeto a cazar, estudiar o entender al referente, obsesivo y anulado, que modela la narración: no es una película sobre un psicópata… es el retrato de la ofuscación. Puede que sea el signo de nuestros tiempos pero, con Hannibal Lecter, el psicópata sale de su armario y se convierte en el aliado de la heroína. Oportunista, casual, retorcido, caníbal… pero aliado. El giro total, sin embargo, estaba a punto de llegar: el psycho-killer como héroe.

"Quid pro quo, agente Starling, quid pro quo".

Dexter Morgan: sociopaths do it better.

El 1 de octubre de 2006 la cadena por cable Showtime emitió el primer capítulo de ‘Dexter’, una serie por la que han desfilado realizadores de nivel exiliados en la TV como John Dahl, el director de ‘La última seducción’, o productoras como Melissa Rosenberg, guionista de toda ‘La Saga Crepúsculo’, pero cuyo secreto radica en un protagonista acostumbrado a lidiar con cadáveres: Michael C. Hall. En una entrevista reciente, realizada coincidiendo con el final de emisión de la sexta temporada, una tanda que terminaba con un cliffhanger de la escuela ¿Pero quién disparó a JR?, Hall me decía que todo el arco de ‘Dexter’ estaba planificado desde el primer episodio. Pues puede ser. Eso querría decir que, ya desde su arranque, Hall y el resto de responsables eran conscientes de lo que se traían entre manos: un éxito rotundo y, probablemente, el primer caso de encasillamiento encadenado. Michael C. Hall dejaba de ser David Fischer, el encargado gay de pompas fúnebres de ‘Dos metros bajo tierra’…

… para convertirse en Dexter Morgan, el técnico forense especializado en sangre del cuerpo de policía de Miami. La virtud de Michael C. Hall consiste en saber canalizar ese cambio del que hablábamos: ya no tenemos miedo del psicópata, tememos por él. No queremos que le cojan. Pero, ¿Cuál es su secreto? Creo que otra vez vuelvo a Wilder. En otra de sus reflexiones sobre el guión decía que no hay personaje que no pueda ser objeto de empatía por parte del público. ¿Ni un general nazi al mando de un campo de concentración? Ni un general nazi, decía Wilder. Imagínate que, en un momento de su historia, los hornos crematorios dejan de funcionar, se atascan o el quemador no enciende. Sólo tienes que hacer que el general se quite la guerrera, se suba las mangas de la camisa y arregle él mismo la avería. Buena parte del público verá también a alguien capaz de rebajarse de su posición para hacer el trabajo sucio… Y eso, salvando las distancias, es lo que hace Dexter. Un buen cásting, un excelente dibujo del personaje y, sobre todo, que se rige por unas normas. Su locura tiene método. Y uno con el que nos identificamos: el código de Harry.

¿Qué haría Lubitsch... digo Harry?

¿Por qué? Porque es básico y sencillo: ‘No te dejes coger’ y ‘Nunca asesines inocentes’. Huye de los objetivos complicados o imposibles. Aparca los propósitos de año nuevo, no funcionan. Los héroes no pueden tener una agenda oculta. Y si la tienen, debe ser cuánto más elemental mejor. Dexter no tiene remordimientos, no es capaz de amar, de sentir empatía… pero eso cambia. Por exigencias del guión y del público, claro está… Incluso para sorpresa del primer interesado, Michael C. Hall que, pese a confesar que el arco estaba ahí, no tenía ni idea que Dexter acabaría llegando hasta donde ha llegado. Pero, ¿Estamos preparados para dar la bienvenida a un psicópata sin propósito de enmienda como héroe? El próximo mes de enero el círculo se cerrará con ‘Hannibal’, el salto a la TV de Lecter en una serie para NBC con Mads Mikkelsen de protagonista, el chef José Andrés como asesor gastronómico-caníbal y Bryan Fuller, el creador de ‘Tan muertos como yo’ o ‘Criando malvas’, como showrunner. Como veis la cosa va de cadáveres. Ahora, puestos a pedir, queremos que Dexter tenga también su momento musical. No puede desaprovecharse así como así el talento de un tipo acostumbrado a cantar y bailar en los escenarios de Broadway. Si ha cantado para Gerard Butler, ¿Por qué no para Debra?

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Comentarios

  1. Comentario by Estrellas invitadas (CLVII) | seriesyonkis.biz - octubre 03, 2012 11:35 pm

    [...] La figura del “psycho-killer” es bastante amplia en la ficción, y ‘Dexter’ es sólo la última ficha hasta el momento. Un ligero recorrido por los psicópatas más destacadas con un repaso exhaustivo al personaje de Dexter lo podéis encontrar en 1001 Experiencias. [...]

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