Ryan Gosling, un hombre
Cuando dije que Ryan Gosling era un actor que me ponía al margen de sus cualidades interpretativas, enseguida hubo gente que se rasgó las vestiduras, no por la elección, sino porque hablar libremente de sexo es aún el primer gran tabú del mal llamado ser humano. No puedo hacer nada contra la estrechez mental, sólo puedo flipar como lo hacía Emma Stone —otra de esas preciosidades que hacen que se me caiga la baba— en la simpática ‘Crazy, Stupid, Love’ (id, Glenn Ficarra, John Requa, 2011) cuando Gosling se quita la camiseta y ella hace un atinado chiste sobre el uso del photoshop. Ver para creer, y soñar con tocar.
Porque Gosling lleva en la profesión de actor desde 1995, y algunos le recordamos en película como ‘El creyente’ (‘The Believer’, Henry Bean, 2001), y muchas niñas, y no tan niñas, se fijaron en él en esa representación fílmica de la ñoñería titulada ‘El diario de Noa’ (‘The Notebook’, Nick Cassavettes, 2004) —qué distinta habría sido esta película si la ubiese dirigido el director pensando en un principio, un tal Steven Spielberg—, pero no fue hasta hace dos años cuando Ryan Gosling entró con fuerza en nuestras retinas, y de ahí a nuestros corazones. Gracias a su personaje en la magistral ‘Drive’ (id, Nicolas Winding Refn, 2011), con ecos claros de Walter Hill y a su vez de Jean-Pierre Melville, increíble composición de la romántica soledad del individualista.
Porque Golsing es de esos pocos actores actuales, al lado de ese monstruo interpretativo llamado Michael Fassbender, que utilizan todo su cuerpo para interpretar. Al igual que esos actores clásicos al estilo de Robert Mitchum, o incluso alguno de método, Gosling da vida a sus personajes con todo su cuerpo, con toda su sexualidad. Así lo atestiguan sus últimos trabajos, donde el magnetismo de su presencia creo que queda muy claro. Da igual el personaje, mejor si es un poco rebelde y en contra del sistema, la irresistible naturalidad de Gosling estará como siempre presente y le perdonaremos cualquier desliz. Pronto nos llega una de sus últimas películas, en la que da vida a un ladrón de bancos. Luego con el director de ‘Drive’ de nuevo, en algo que promete mucha violencia, y después en manos de Terrence Malick. Y cualquier día, un Oscar.
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