La costa española desde un Cabrio sin saber dónde amaneceré
Desde antes incluso de obtener el permiso de conducir siempre deseé hacer un largo viaje en Cabrio, al estilo de una Road Movie americana, recorrer kilómetros siguiendo una idea pero sin una planificación exhaustiva, a la aventura. No fue hasta este mes de septiembre que pude hacer realidad mi deseo, hacer un recorrido pasando por cada costa española: andaluza, levantina, catalana, cantábrica hasta llegar de vuelta a Galicia. 5300km en trece días, tres noches de hotel, diez noches en casas de amigos; la costa, el sol, la lluvia, las estrellas. Una experiencia inolvidable.
Fran Carreira es arquitecto, pero antes de eso ha sido muchas cosas: gogó, payaso, dj, conductor… le apasiona viajar (sobre todo en cabrio), escribir y disfrutar de cada día como si no hubiese mañana, pero sin olvidar que mañana será otro día más que hay que disfrutar. Es consciente de que siempre será más lo que le queda por saber que lo que sabe, y no deja de aprender de todo y de todos.
Cruzo la península desde Coruña hasta la costa andaluza en tres jornadas; diversos paisajes y sensaciones: La brisa de la mañana envolviéndome mientras enlazo las deliciosas curvas del puerto de la Cruz Verde. Callejear descapotado a la sombra por las estrechas y empinadas calles de Trujillo. Una ondulada carretera nacional entre olivos con el sol poniéndose a mi espalda camino a Córdoba desde Mérida. El color especial de Sevilla de día y de noche, vestida con su traje de luces.
Por fin la costa andaluza, playas de agua tibia me reciben en Sanlúcar de Barrameda, la luz dorada del atardecer baña la ciudad de Cádiz mientras rodeo su península. El viento de Tarifa da paso a la niebla que cubre el estrecho mientras las montañas africanas emergen al otro lado bañadas por el sol del atardecer. El peñón de Gibraltar surgiendo entre la niebla. El glamour de Puerto Banús con sus yates y sus Ferraris. Las cristalinas aguas de las playas granadinas, la tranquilidad de Cabo de Gata y su faro al ponerse el sol, el viernes noche en Almería entre preciosas chicas luciendo bronceadas piernas.
La costa levantina, tras atravesar el desierto de Almería. Los rascacielos de Benidorm contrastan con los pueblecitos costeros y las urbanizaciones de lujo. Valencia y sus largas playas, perderse entre naranjos al atardecer. Recorrer el espigón del puerto de Tarragona, sintiendo el olor a sal adelantando patinadoras. Recorrer la rambla de Barcelona con sus “estatuas” y su colorido, subir al MontJuic y después al Tibidabo, con el sol poniéndose sobre la ciudad y la cámara sin batería.
Paralelo a los Pirineos por carretera nacional hacia Zaragoza, adelantando incontables camiones, sintiendo la conducción como hace años, espera, acelera, adelanta… Una deliciosa carretera camino de Vitoria, flanqueada por montañas de granito cubiertas parcialmemte de verde. La carretera mojada por la lluvia recién caida del cielo gris plomizo de Bilbao. La costa cantábrica descapotado, las nubes tratan de vengarse descargándose sobre mí, la lluvia apenas entra en el habitáculo si no me detengo y no lo hago hasta que escampa de vuelta en Galicia.
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