Kate Upton, nunca unos gifs saltaron tanto
Cuando terminamos de filosofar todo lo posible y más sobre Schopenhauer, previa búsqueda en Google para no errar en su escritura, sobre Nietzsche, Hegel y demás familia alemana, que la guillermina actual está muy vista, entre mis amigos siempre hay alguien que pone sobre la mesa el tema Kate Upton. Como si cualquier cosa. Póngame dos peras y una Kate Upton. ¿Qué tal tiempo hace? Kate Upton. ¿Caña? Kate Upton. ¿El sucesor de Mourinho y Tito Vilanova? Kate Upton. Y así todo. Lo comunal era esto.
En ese debate de altura siempre hay dos posturas. La del camarero sentimental y profundo que recuerda a “Pedro Salinas, heterosexualmente hablando, o los de Cadafis desde un punto de vista homosexual”. Ese camarero se enamoró una vez y le “dio muy buen resultado. Fue una experiencia agradable pero… siempre deja su poso de hiel“. Un camarero que rechaza las asambleas y Anatomía de Grey.
Frente a él el otro orador. Más directo, más pasional y dedicado al fútbol inglés. O más bien al de aquél entrenador bajito vasco y su patadón pa’rriba. Un momento del debate en que tragar saliva, respirar profundo y decir esas palabras claves frente a cualquier poesía por muy rima asonante que sea: “¡queremos que la muchacha sea comunal!“. Claro que no falta el típico que dice lo de turgente y es probable que se rife alguna en el aíre.
Al final el debate se acaba como se terminan las buenas conversaciones de bien. Una voz más grave acaba imponiéndose y diciendo: “Me cago en todos tus muertos uno a uno. La tabarra que me estás dando, virgen santísima, pero ¿yo qué te he hecho a ti?”. Ahí surge de nuevo la dicotomía: o volver los pasos sobre nuestro querido Schopenhauer de Google o alabar al formato GIF. Cada día el camino es uno.
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