Conseguí realizar un Ironman con nueve meses de preparación
La bola se fue haciendo grande, tras una racha imparable de retos con resultado positivo, sobre todo por la experiencia vivida que marcará eternamente mi existencia, en 2010 me embarqué en el más duro de todos mis retos: conseguir realizar un triatlón distancia Ironman (3,8 km nadando, 180 km bici, 42 km corriendo) preparándolo en 9 meses de entrenamiento dirigido por el gran ultrafondista Josef Ajram, una aventura que parecía fuera del alcance de mi capacidad física.
Recuerdo aún la noche en la que me lo propusieron, en la fiesta de Men’s Health para decidir al siguiente modelo de portada de la revista, el director me comentó que había un reto cardiovascular, pero que ya habían elegido a los 6 intrépidos que iban a intentar acabar un Ironman. Tras mi desafortunado paso por “El conquistador del fin del mundo” necesitaba un reto que me hiciera sufrir y demostrarme a mí mismo que era capaz de superar cualquier obstáculo deportivo.
David Díaz Gil es un apasionado deportista que trabaja como ingeniero informático pero toda su vida siempre ha girado en torno al deporte, y no hay un sólo día que pase sin practicarlo o sin hablar de él. Actualmente es editor de Vitónica y Trendencias Belleza, y tiene un blog propio (daviddiazgil.com) donde nos habla de sus experiencias con los deportes que practica y orienta a cualquiera que le pida consejo en base a su propia experiencia.
Tras esa noche, sólo pensaba en realizarlo por mi cuenta, día tras día la idea era cada vez más fuerte, pero para mi sorpresa una semana después recibí la llamada de Josef para decirme que uno de los elegidos se había echado para atrás, así que si me veía con ganas era mi oportunidad. Ni corto, ni perezoso, acepté. Le dije que no se preocupara porque yo lo acababa aunque fuera a rastras.
Todo empezó en enero, con el frío y la lluvia, inicié la compra de material, ¡menuda inversión!, bicicleta, ruedas, ropa, casco, neopreno, gafas, mono, zapatillas, accesorios… Y el entrenamiento, dirigido semana a semana por Josef, yo no me saltaba ni un sólo día, e incluso entrenaba un poco más sin decirlo, sobre todo de bicicleta que era mi espinita. Tanto tiempo sin pedalear, debía meter horas y horas, así que esa fue mi principal misión, pedalear durante horas, en mountain bike, spinning, rodando, acoplado, tiradas de hasta 5 horas, puertos del 10%, transiciones, en grupo, en solitario…
No me iba a conformar con acabar el Ironman dentro del tiempo máximo permitido, que era de 17 horas, quería ser competitivo dentro de mis posibilidades, aunque la verdad eso con tan poca experiencia, sobre todo en bici, y en tan poco tiempo, era un tarea casi imposible.
En los 9 meses hubo tiempo para todo, pájaras monumentales, lloros de impotencia, una caída de la bici que me hizo dejar de nadar mes y medio con el brazo abrasado, mi primer triatlón donde casi me ahogo… y alguna buena sensación, como cuando me probé en medio ironman en verano.
Al final llegó el día de la prueba, y todo salió bastante bien, una parte de natación sin forzar nada en 1h10min, para coger la bici y darlo todo, casi fundido, cumplí los 180km a una media de 32km/h, en 5h45min, para acabar roto en la maratón, sin fuerzas, con calambres y dolores por doquier, sin para de correr ni para beber, con un triste tiempo de 4h10min. Qué curioso, mi fuerte era la carrera, pero mis piernas dijeron basta tras el esfuerzo titánico de la bici, y al final no conseguí bajar de las 11h, por unos minutos, pero acabé el 270 de más de mil participantes.
La sensación de triunfo me embargo durante días, ningún otro deporte es compable al subidón que te da acabar algo tan duro. Tras ello, pasé días sin casi poder moverme, pero con una sonrisa que cubría toda mi cara, mi reto había acabado en victoria, esta vez sí me sentía bien conmigo mismo, una buena preparación (gracias a Josef) y un mejor entrenamiento, hicieron de mí una máquina de devorar kilómetros… Y si yo he podido ¿tú por qué no?
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