Experiencias inolvidables

Barbas, mostachos y melenas al viento: oda al fútbol premetrosexual

Del Bosque y Arteche

Puede que a los más jóvenes les cueste creerlo, pero no siempre nuestros campos del fútbol fueron transitados por jugadores con tatuajes, cuerpos depilados e inverosímiles crestas. Hace años eran las melenas al viento, los bigotes y las barbas pobladas lo que causaba furor sobre el césped. Los que crecimos con aquel fútbol echamos de menos esos looks ochenteros. Añoramos aquel fútbol premetrosexual.

Barba, patillas y pelo a lo afro: Breitner, tú sí que molas

Lo digo claro desde ya: A no ser que te llames George Best, luzcas melena y patillacas y te acuestes con una miss cada noche, es imposible molar más que Paul Breitner. El madridista alemán exhibía una melena abundante y ensortijada que le habría servido para ganarse un puesto en los mismísimos Jackson 5. La acompañaba, según la época, con generosa barba, mostacho a lo Fu Manchú, perilla, patillas generosas o combinaciones de las opciones anteriores. Si a esto añadimos imágenes puro en mano en las gradas junto a Beckenbauer, como la que aquí aparece, no podemos sino ratificarnos en nuestra sentencia inicial. El putoamismo era esto.

Del Racing de los bigotes al Sporting de los barbudos

El Racing de los bigotes

Mientras la vasta cabellera de Breitner ganaba una Bundesliga tras otra con la camiseta del Bayern Múnich a principo de los setenta, antes de fichar por el Madrid, en el Cantábrico se cocía el Racing de los bigotes. El equipo de Santander, que en la temporada 1972/73 militaba en Segunda, tuvo un inicio de campaña espectacular y a los jugadores se les ocurrió dejarse el bigote mientras siguieran invictos. El Racing tardó lo suficiente en perder como para que todos los futbolistas, incluso los más lampiños, lucieran un considerable mostacho.

No muy lejos de allí, existió poco después un equipo famoso por sus futbolistas barbudos. El mejor Sporting de la historia, el del subcampeonato de 1979 y las finales de Copa del 81 y el 82, tenía como rasgo distintivo las barbas de Mesa, Jiménez, Redondo y el guardameta Claudio. Tampoco faltaban en ese equipo las melenas ensortijadas (Enzo Ferrero y Mino) y los bigotes (Joaquín y Cundi).

Y es que fue precisamente el bigote seña de identidad en los campos de fútbol de España durante los años ochenta. No había equipo que no tuviera un par de jugadores con el labio superior cubierto de pelo. Arteche, Migueli, Schuster, Zamora, Larrañaga, Satrústegui, Rojo, Sañudo, Moré, Uli Stielike, Miguel Ángel, Martín Vázquez o el actual seleccionador Vicente Del Bosque lucían orgullosos sus frondosos apéndices pilosos. Mención aparte merece el subconjunto de calvos con bigote, como el Tato Abadía y Carmelo, el Beckenbauer de la Bahía. Utilizando un criterio laxo, podrían entrar en este grupo también Calderé y Carlos Meléndez, que paseó su mostachón y su frente despejada por las porterías del Athletic y el Espanyol.

Sandokanes en el césped

Sandokán Juan José

No sólo en bigotes fueron generosos los años ochenta; también en melenas. Pero no melenas cuidadosamente cepilladas, como las que se ven hoy en día, sino melenas enmarañadas, asilvestradas, acompañadas a menudo de barba a juego. A Juán José, lateral derecho que militó en el Real Madrid y el Cádiz, su imagen le valió el apodo de Sandokán. Precisamente en el Cádiz hizo fortuna el Mágico González, cuyo inmenso talento se acompañaba de una vida tan descuidada como su melena. Otros que pasearon su abundante cabellera por Primera División fueron el argentino Kempes, el beticosevillista Diego, cuya boda (¡atención, nota rosa!) con la eurovisiva Lucía causó sensación en su día, y el mexicano Hugo Sánchez.

Perillas noventeras: algo cambió

Fue al cambiar de década cuando empezó a cambiar todo. Las greñas al viento fueron sustituidas paulatinamente por las melenas timotei, con Fernando Redondo como pionero y principal estandarte. Sólo Valderrama ponía el toque pintoresco con sus voluminosos tirabuzones. El colombiano llegó al Valladolid de la mano de Maturana ya entrados los noventa y protagonizó con Míchel una escena digna de Benny Hill. Quizás fue esa enorme melena rubia lo que confundió al jugador madridista. También fueron desapareciendo los característicos bigotes frondosos, que ya sólo portaba algún verso suelto como Sánchez Jara y ciertos futbolistas del este como Zygmantovich, digno sucesor del mítico Racing de los bigotes.

También las barbas fueron desterradas de los campos de fútbol, siendo sustituidas en principio por esas horribles perillas en plan Orenga tan de moda en la primera mitad de los noventa. En el Mundial de 1994 muchos de nuestros seleccionados decidieron arreglarse de tal guisa, como atestiguan las fotos durante aquel campeonato de Caminero, Camarasa, Salinas, Goikoetxea, Begiristain o Bakero.

Salinas en Estados Unidos

Lo de las perillas duró poco y con el correr de los años el vello ha vuelto a cubrir por completo las mejillas de algunos futbolistas, con Xabi Alonso como paradigma. No son, sin embargo, estas barbas como las salvajes ochenteras, sino falsas barbas de dos días que bajo su aspecto de higiénico desaliño esconden un metódico cuidado.

Tatuajes, crestas y cejas depiladas

Fue David Beckham el responsable de ir introduciendo en el mundo del fútbol todos los looks habidos y por haber, siempre rozando la línea (y traspasándola a menudo) entre lo cool y lo hortera. Las últimas modas son los brazos tatuados sin dejar resquicio alguno de piel y las cejas rasuradas hasta más allá de lo admisible. En este último tema es el Barça el que marca tendencia, con Xavi de abanderado. Pero el último grito, la gota que va colmando ya el vaso, son las crestas, hasta el punto de que resulta difícil encontrar un equipo que se libre de ellas. En el Milan parece ser un requisito imprescindible para formar parte del primer equipo.

El Milán de las crestas (y los tatus)

Puede que no se trate más que de modas, de adaptarse al signo de los tiempos, pero los que amamos el fútbol clásico rezamos cada noche antes de acostarnos al dios del balompié para que volvamos a ver en nuestros estadios melenas como la de Paul Breitner, bigotes como los del Tato Abadía y barbas similares a las de Mesa y Sandokán Juán José. Y al apagar la luz y cerrar los ojos, a veces soñamos con partidos premetrosexuales arbitrados por Ramos Marcos.

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Comentarios

  1. Comentario by Yo juego de portero-delantero - abril 04, 2013 06:39 pm

    [...] En 1001 Experiencias | Arconada, un fallo en color En 1001 Experiencias | Barbas, mostachos y melenas al viento: oda al fútbol premetrosexual [...]

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  2. Comentario by Seis años después, Beckham se retira - mayo 17, 2013 10:03 am

    [...] de peinado con indisimulado desagrado y advertíamos en cada nuevo tatuaje un clavo en el ataúd del deporte que añoramos. Si el fútbol metrosexual de crestas y silkepil hace tiempo le ganó la partida a las greñas y [...]

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